La mesa de vidrio, el desayunador, el closet donde intentamos hacerlo... la cama que fué más grande que nosotros juntos, y mucho más ahora que estamos separados, el gesto sentido.
La bolsa de dormir que cubrió nuestros sueños, la playa como excusa a donde ir, la t.v. encendida y el sillón que nos miró brevemente tirados al besarnos, las prendas que nos quitamos y los recuerdos que con ellas nos dimos.
Las marcas que hasta hoy continuan si ya se borraron, la ventana que nos vió, el viaje primero, la ceniza que restó del deseo y tu forma de decir hermano, el calefactor en febrero, el frio en nuestros pies, tu manera de nombrar el desayuno, las golosinas y los sueños, todos me persiguen perversos desde el baúl de los recuerdos que les hice para tí.
Y por el canto de las notas que no se han destrozado como las flores aún con tu silueta, mi tinta que corre tras tus ojos en los versos, los recuerdos del pasado me persiguen con tu nombre y ese olor que quedó en mí, para llevarme a tu lado en este precio de vivir contigo, sin estar aquí.
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