Anécdotas de una ñurda
Capítulo uno


Llego toda apurada a mi casa, creo que tenía una fibrilación cardiaca que hizo que caminara a mil kilómetros por hora, si, estaba bastante nerviosa, agitada y consternada ante tal pendeja situación.
Creo que a todos nos sucede esa cosita cursi del mariposeo en la guata, claro que, algunos tenemos mas que mariposas, tenemos el insectario completo, así que ante un encuentro casual furtivo de la otra parte, por que obviamente tu hiciste todo lo posible para que ese encuentro casual fuera obvio y derecho, el insectario entra en acción, los malditos mosquitos hacen que mires a otro lado, las arañas logran que te rasques la cabeza y si eso no funciona, y lo tienes al frente, en vez de salir palabras salen una montonera de gusanos de tierra dispuestos a enredarte la lengua mas de lo necesario, ¿para que?, pues, no dejamos de ser el mas infantil de los niños al encontrarnos nuestro gusto curioso.

Pero hoy las mariposas y los gusanos fueron mas obvios que nunca, me escondí, no quería que me llegara un bazucaso de tu parte, una batalla campal donde no se quien esta ganando, las trincheras no me dejan ver con claridad los obstáculos, si nos comunicamos una vez por telégrafo, fue solo para avisarte que estaba invadiendo tu terreno.

Lamentablemente mi servicio militar no fue de lo mejor, solo tres batallas en el campo, la primera graduada con honores al merito de abandono del campo y las otras dos vencí firmemente la invasión del enemigo, en este caso, yo soy la enemiga…y no tengo experiencias de allanamiento de terreno y menos de batallas.
Y mis superiores ahora me ponen la más difícil de las tareas, espía en el país enemigo en plena guerra mundial. No hay ni una ayuda, no hay ni una pista, no hay arma biológica escondida en un frasco de pastillas que logre paralizarte, poder abrazarte y por fin capturarte.
NA-DA
Pero, es curioso, justo el día que decido disfrazarme de mesera tu pasas al restorán del lado, el día que decido ser jardinera de la plaza donde siempre te sientas, decides caminar por la otra calle e ir al cine.
Y el día que decido yo ir a refrescarme te sientas a mi lado y miras los carteles de guerra, nos topamos en la calle, tu eres mi objetivo pero yo no el tuyo. Esta bien, yo soy la espía en el país enemigo, yo soy la que ante cualquier inicial de tu país pongo mayor atención que si se tratara de la reina en el mío.
Solo se, que esta vez, nuevamente me vestiré de mesera en tu restorán preferido, espero que decidas ir a servirte aquel trozo de pastel que miras a lo lejos.