La historia es repetida en cada barrio, y a toda hora, un pequeño entra a un negocio y apunta al dueño con un revolver, tomando raudamente los billetes, huyendo desprejuiciadamente con rumbo desconocido....
Cuantas veces escuchamos a esos viejos sapos de eterna soledad gritar sus penas, y acuchillar a todo aquel que no ha sido presa de su inconrruptible formación. Cuan conservadoras son las ideas de cierta parte de ésta sociedad que fácilmente limpia la ropa sucia fuera de la vista de sus cachorros que tomaran siempre la leche más blanca y pura aún ignorando quién es el perro que vigila que llegue a ellos el manjar...
La mesa está servida y los comensales son aquellos que han podido sacar un ticket y ocupar su lugar en cómodos sillones, fumándose un largo cigarro cubano, mientras miles de manos sostienen esa mesa, que solo será de unos pocos, pero a quién le importa? "sienténse" grita el mono mayor, instalado en una suerte de pedestal, en la cabecera de la mesa, mientras vierte un poco de vino en una copa de cristal. Los comensales se sientan ante el impulso y comienzan a chillar, formando el circo más absurdo que se viera por éstos días. Mostrando sus cadenas y sus dientes de oro, devoran los manjares que se les sirven. Algunos miran sus platos, intentando separar aquello que es mejor no probar, comiendo solo aquello que es de su apetencia, otros entretanto, meten la mano en el plato, comiendo con increíble fruición todo aquello que se les pone en el plato, devorándolos uno tras otro, como si aquella fuera la última cena, y solo fuera para ellos.... y hay quiénes eno les importa su plato y solo se limitan a comer lo que se les sirve, sin demasiada alegría y sin disfrutar de las delicias que se les acercan, y hay un viejito, sentado en la otra punta, con una risita socarrona, y un pequeño animalito que descansa en su falda, dejando pasar el tiempo, mirando como las velas se consumen y dejando enfriar su comida, para dársela a los perros, ellos sabrán valorar mejor el regalo que les hace su amo, que toda aquella murga de aristócratas de cartón, que se comen a sus ancestros de la manera más despreciable.....
Amigos, no se trata de no sentarse en la mesa, sino de que cuando sea nuestro turno, seamos lo más dignos posibles, y sepamos valorar a aquellos que han servido la mesa. La vida no es para todos igual, no marginemos porque nos estaremos marginando de la mesa mayor, donde los platos serán servidos por todos aquellos monitos que se han sentado en tibios sillones aterciopelados y han despreciado las sobras que hubiesen sido el manjar de otros...