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Amanece, ha comenzado otro día en esta urbe de metal y concreto... ¿Otro día?. Ayer, hoy, mañana... ¿Cual podría ser la diferencia?
Como ha sido desde el principio de los tiempos el sol nace por el oriente y en la tarde, poco a poco “morirá” por el poniente, dejando a su paso la obscuridad de la noche, que desaparecerá para dar lugar al día y que se repita el ciclo eterno.
Pero desde un poco antes de salir el sol, por todas partes se ven espectros, que en realidad son gentes que van por las calles, andan por los caminos y no dicen nada, son sombras, fantasmas, autómatas del sistema; gente que en ves de vivir, muere a cada instante, a cada paso, en cualquier segundo.
No todo es negativo en esta ciudad... hay otros sujetos que todos los días se encuentran cómodamente resguardados tras la sombra del poder, sentados en sus cómodos sillones de piel, en sus cotos de poder, guaridas, oficinas o como les guste llamarles. Son una especie dominante que se puede encontrar en el centro o del sur de la ciudad, y que posiblemente nunca han visto a las gentes que mueren. Son inmunes al dolor ajeno.
En cambio, para las “sombras”, aquellos que nacieron desprotegidos, sin riquezas ni poder, no tienes ese privilegio, sus sueños y anhelos, se encuentran limitados por su falta de escolaridad y capacidad laboral, solamente se interesan por cumplir con su eterno compromiso social para el que han sido entrenados por medio del sistema para mal vivir.
“Cumple con tu labor y éste tu país, saldrá adelante”, son las voces que resuenan en su inconsciente, han sido influenciados y al parecer no desean abandonar lo que tienen y prefieren seguir en su monotonía y hacen hasta lo imposible por seguir en esa rutina cotidiana a la cual han sido sometidos por la necesidad económica, la cual los esta matando poco a poco.
Pero acaso... ¿También soy una sombra?, Hm y si lo fuera o no, ¿A quien le importa?. ¿Quién se podría fijar en mi?. Si solamente soy una persona... o ¿Tal vez una estadística?. O solamente un trabajador ordinario que cada día se encamina a realizar las labores propias de un proletario. Los demás, actúan como gente “sin vida” que no se fijan de mi presencia, pues se encuentra deseosa de arribar a su lugar de trabajo, de donde no saldrán hasta que su supremo patrón, se los permita.
¡Por cierto! Se me hace tarde, pues tengo que llagar a mi destino... Mi trabajo... ¿Trabajo?, Si, todos los días a las cuatro y media de la mañana tengo que despertar para salir de aquí a mas tardar a las cinco, tomaré el camión a las cinco y cuarto, entonces, al terminar el viaje tendré que tomar el metro a las seis y media, para estar en la otra terminal a las siete y media, transcurrido esto, tomaré el camión que me deje enfrente de mi trabajo a las nueve. A las once y media de la mañana, tendré el privilegio de tomar un café, a la una y media saldré a comer algo, pero esto será inútil pues no podré comprar nada porque no tendré dinero; a las dos y treinta tendré que estar de regreso para seguir en mi labor, sonara el silbato que me indicara que es el momento del cambio de turno, serán las ocho y media, para después regresar a la casa en donde me espera mas trabajo.
Uf, por fin estoy llagando a la terminal del camión, al parecer el numero treinta y dos esta por salir, ¿Qué?, ¿Pero como es posible lo que está sucediendo?, ¡Cómo pueden permitir esto! No faltan los que en su afán por cumplir a su rutina o ideales laborales, hacen cualquier cosa con tal de partir para llegar a su destino.
Se van colgando en el camión un buen número de personas, sujetándose de donde pueden, uno esta agarrado del limpia parabrisas, mientras que otros luchan por alcanzar un lugar, no importa que sean las ventanas, tampoco faltó el chistoso que se a sujetado del cofre, mientras el cobrador siguiendo la “broma” le pide que se sujete bien.
Pareciera que el cobrador goza del espectáculo pues grita una burla descarada a los usuarios...
-¡Muevance, muevance, todavía hay lugares atrás¡-
-No inventes, ya no cabe nadie, ¿Qué quieres que nos pasemos al toldo?-
Contesta un molesto joven, mientras trata de evitar que sus libros caigan.
–Nel, todavía entran ocho personas más.-
No tengo el tiempo suficiente para observar bien, me parece una perdida de valioso tiempo, pero la gente sigue subiendo, he perdido la cuenta al llegar a diez... me volteo y llama mi atención otro incidente que pasa muy seguido por cierto, aquella señora que seguramente en su apresuramiento por partir ha dejado a su pequeño hijo; se ve conmovedora la escena.
No tendrá mas de diez u once años, aquel niño que llora desconsolado, seguramente por no encontrar a su madre, la gente pasa y lo mira, nadie se le acerca, ¿Qué será de él?, Me compadezco y trato de consolarlo, para él si tengo un poco de tiempo.
-¡Tranquilo niño no llores, no pasó nada!. ¿Estás perdido? ¿ Dónde esta tu jefa? -
Le pregunto esperando la respuesta para poder auxiliarlo.
-¡No estoy perdido ni lloro por mi mama, ella esta en la casa! -
Respuesta desconcertante.
-¿Ton´s que... ? ¿Por qué lloras?, ¿Se te perdió algo? -
-¡Es que se va una señora en ese camión! -
-¿Si no es tu mamá, es tu tía o algún otro familiar con quien estabas? -
-No -
-Si no es eso, ¿ Entonces por que le lloras? -
- Es que no le pude quitar la bolsa. -
Una señora de cabello cano se encuentra entre los que van colgando, de seguro es madre de una pequeña familia, quizá de ocho o nueve hijos, que cuando se sintieron adultos salieron de la casa para buscar fortuna.
Partieron felices tras de aventuras y prometieron a su madre y a su novia que volvería, pero la madre seguramente hoy en día se encuentra abandonada y tiene que trabajar para medio vivir, a ella prometieron que le mandarían los primeros dólares que ganaran como resultado de su trabajo... pero algunos finalmente llegarían a la frontera, donde nadarían un poco para llegar al otro lado.
A ese lugar en donde el consumismo es la base de la existencia, “el sueño americano” en donde ellos tendrían un papel protagónico y serían empleados en la pizca, mientras que otros, “accidentalmente” serían muertos por migración... ¡Pero Juan, como es posible que pienses eso!, ¡Los pobres no sabían nadar y se ahogaron... ! Pero digo yo, acaso no es curioso y de hacerse notar, el que aparecieran ahogados, con la piel destrozada y con sangre en la ropa, posiblemente ocasionada por el terrible impacto de una...
Suben, suben, caramba si no me pongo vivo capas de que no agarro tan buen lugar, ahora si estoy de suerte, alcance el espejo retrovisor.
-¡Viejo mugroso, que se cree, deje de estarme agarrando las...! -
-¡Recórranse! ¡Recórranse! Señora por favor todavía hay lugar haya atrás. -
-Vaya y agárrecelas a su madre. -
- Voy, pos ni que fuera Edipo. -
De no ser por este barullo y por la suave brisa ocasionada por la velocidad del transporte... de no ser por este viento de cincuenta kilómetros por hora que recibe mi rostro, yo creo que me estaría durmiendo.
En realidad es raro que me sienta así, si todos los días trabajo lo mismo, de dieciséis a dieciocho horas..., que cansado me siento, pocas veces me pasa esto.
¡Vaya! Por fin después de un sinuoso y largo camino hemos arribado a la estación del metro, como es costumbre tendremos que esperar un poco para que los vigilantes de la estación nos permitan el acceso. Poco a poco van dosificando la entrada de la gente, hay ocasiones en las que tengo que esperar de cinco a diez minutos para poder arribar al anden y tomar el primer tren que llegue, eso si cuando menos tengo la suerte de entrar.
Se puede percibir en algunas personas la impaciencia y la desesperación por el tratar de entrar, no faltan las gentes que abusando del momento provocan que alguna persona caiga o se resbale en el pasillo, incitando así a algunas más a reírse y a otras a gritar, como si a ellas les hubiera pasado algo, trato de saltar un poco para tratar de ver si hay alguna persona que tenga un reloj, instrumento que solamente nos sirve para saber que tan impuntuales somos.
-Buenos días, disculpe ¿Qué hora tiene? -
Le pregunto a un hombre de traje, que camina con mucha calma.
-Son las... caray es tardisimo... tac, tac, tac. -
-Señor espere que hora es espere-e-e... -
No me dio oportunidad de saber cual era la hora. Se ha retirado corriendo y abriéndose paso entre la gente sin ni siquiera mirar lo que pasa en su entorno.
Yo creo que todavía tengo un poco de tiempo, quizá el suficiente como para romper la monotonía, me iré por la línea larga, la que parece que fuera exclusiva para las mujeres, trataré de llegar a ella, pase lo que pase, aunque en ello por eso pierda la vida.
Aun que oficialmente los comerciantes ambulantes no están permitidos en las instalaciones del metro, ellos se encuentran presentes, y no es por la negligencia de las autoridades, lo que pasa es que le llegaron al precio y por esa razón, ellos hay están presentes. Pero aún así no deberían de permitir esto, son un estorbo, agreden, molestan, roban y hasta andan matando a los usuarios del Sistema de Transporte, según por que mueven o pisan sus puestos, es que eso no debería de existir, definitivamente estoy en contra de ellos.
-¡Dame un tamal de dulce con un baso de atole de nuez, bien calientitos carnal! Que la ambrosia está gruesa.
-Si mi jefe. ¿Que más se le ofrece? ¡Ya sabe que tenemos de tocho en este local exclusivo del metro!
-Nada más gracias.
Trato de llegar a la línea, pero nuevamente nos dosifican para poder tener acceso al anden, tengo tiempo de acabarme el tamal y el atole y al pasar tendré acceso al anden en de donde seguramente los dos trenes ya estarán llenos.
Por fin, después de una corta lucha cuerpo a cuerpo con la gente he llegado al anden, en donde no me queda de otra, más que esperar el próximo tren, en la espera hago lo posible por acercarme a la orilla, casi al borde para esperar. A ver si se apura el condenado tren este, trato de ver un poco a mí alrededor, que suerte la mía, al ver la hora en el reloj del otro anden compruebo lo que desde hacía rato imaginaba, apenas son las dos y treinta, ¿Las dos y treinta?.
Trato de ver la hora en el reloj del andén opuesto y confirmo lo que pense, hoy tal como siempre los relojes de la estación marcan la hora errada, compruebo tratando de mirar en la muñeca de mi vecino de la derecha, su reloj marca las seis y quince. ¿Que curioso?, Voy con quince minutos de sobra, -Haaag-, caray que bostezo... ahorita haré lo posible por alcanzar un lugar y ya sentado trataré de descansar un poco, “un coyotito” no me caería mal, pues cuando llegue a mi trabajo no le quiero fallar a mi jefe quedándome dormido.
El tren por fin hace su arribo, al momento de que se detiene para abrir sus puertas a los usuarios, me percato del peor horror que le puede pasar a un usuario, ¡Estoy exactamente enfrente de una ventana!, Todavía no abre sus puertas y no he logrado acercarme lo suficiente como para entrar y lograr un lugar, sin pensarlo dos veces he tomado mi morral y lo aviento hacia adentro, con el fin de que quede apartado el asiento.
Se abren las puertas y comienza lo difícil, el tratar de alcanzar mi morral, con el cual quedo apartado el asiento, así son “las reglas del metro”, después de empujar a la gente que se interpone en mi camino, por fin logro alcanzar mi objetivo.
-¡Que le pasa ese es mi morral! ¡Ese es mi asiento! -
- ¡Hay yo solamente pensé que lo habían dejado olvidado, disculpe! -
- ¡Si pero el lugar también me pertenece, yo lo deje apartado con el morral! -
- ¡Esta bien no se enoje jovencito ya me voy..., mal educado! -
¡Demonios lo que pudo ser un enfrentamiento ha quedado por mi parte solamente una llamada de atención y por la otra en un atento recordatorio familiar!, ¡Cómo es posible que esta ancianita me quiera quitar mi morral y sentarse en el lugar que me correspondía, pues que se cree!
Por fin, este era el momento que había estado esperando, tengo doce estaciones que recorrer, en el lapso de las cuales puedo descansar un poco y cuando sea el momento preciso me levantaré de mi asiento y saldré del tren, y será entonces cuando me encamine al transbordo obligatorio, en la otra línea tomaré el tren que este por salir y tendré que viajar seguramente de pie, a lo largo se seis estaciones, hasta el final de la línea, para descender frente a la terminal de camiones urbanos, que me llevaran y me dejaran a unos cuantos centenares de metros de la fabrica.
Es increíble, y en verdad es algo digno de ser mencionado, que agradable resulta el hecho de que mucha de la gente que utiliza este medio de transporte sea tan amable y atenta, alcanzo a ver como en el anden opuesto al que viajo, en la estación que invita a la lectura, “Un hombre que insiste en ser él que tenga que cargar o llevar el bolso de la señora que camina a su lado, él atento lo toma y jala con energía, mientras que ella insiste en ser quien lo debe de llevar, por lo cual los rodean varios pasajeros provocando una confusión en torno a ellos”.
-Ha-a-a-a-a-, que sueño, todavía recuerdo aquel día en que tratando de subir de puesto, después de tantos años de labor, el compañero Fausto fue corriendo por los refrescos que le había encargado el ingeniero que se ocupa de la vigilancia de nuestro piso, tiempo después de hacer ese tipo de encargos, consiguió un grandioso asenso.
Lo mandaron al segundo piso de la fábrica, en donde se sueldan las partes más fáciles, trabajo encargado solamente a los trabajadores más capacitados o en su defecto a los más barberos, pues una vez que están ahí, pueden aspirar a más responsabilidades.
Recuerdo que se le hizo una gran fiesta y hubo algarabía pues lo que él había logrado con unos cuantos favores, le fue recompensado con ese formidable asenso “al segundo piso”, aunque su sueldo seguía siendo el mismo, el mínimo del mínimo, en la fabrica todos irradiaban felicidad por su éxito, pues si seguía así después de ascender otros dos niveles, podría aspirar a un aumento de sueldo, con un formidable incremento salarial de dos pesos diarios, algo a lo que todos los trabajadores aspiramos.
El compañero Fausto es digno de ser admirado. Pues no cualquiera ocupa el puesto al que él fue asignado.
-¿Que paso Juanito llega muy a tiempo, faltan diez minutos para que tenga que checar su tarjeta? -
Me pregunta el Guardia de acceso a la fábrica.
-¡Si mi poli, usted ya sabe que a mi no me gusta llegar tarde, yo aspiro a más de lo que usted se imagina! -
-¡Bien Juanito!, Así es como debe de ser, por cierto ¿Cómo esta la familia allá por su casa? -
-¡Bien gracias, el chiquito esta un poquito enfermo, pero... ya saldrá adelante! -
-¡Que bueno, la verdad...!, ¿Y por cierto, hablando de chamacos, ¿Ya supo lo de Lupita, la secretaria del capataz Torres, el que se encarga del área de placas? -
-¡No! ¡No sé, que le paso a esa muchachita!, ¿Algo malo? -
-¿Pues todo depende de cómo lo mire?, Arnulfo el cerrajero me comentó que el chofer que trae a la secretaria, que es amiga de la encargada de mantenimiento, que estaba en el baño del área de mantenimiento del piso de placas, que escucho a dos secretarias amigas de Lupita que está embarazada, y ellas escucharon por que todo parece indicar que es hijo del Inge... -
-¡Pues ni modo mi poli, que le vamos a hacer, ella de seguro quiso que le subieran el sueldo no, nos vemos al rato, ya tengo que checar. -
Es agradable en ambiente de trabajo que uno encuentra aquí, existe mucho compañerismo y sobre todo no hay tiempo para contar chismes.
Caray, entonces si todo fue un sueño, y no he llegado a mi trabajo, y ni siquiera he logrado mi asenso, ha pero si me apuro tal ves el compañero Fausto me este esperando...
Hoy al igual que siempre al comienzo de cada labor se dará el orden del día y se darán algunas noticias, algunos emocionados, otros con tristes, pero a final de cuentas a la voz de "A trabajar", comenzará la banda a caminar y los resentimientos por no haber sido de los trabajadores del mes quedaran atrás y será cuando todos participemos de nuestro trabajo; pero algún día, uno de nosotros lograra ser algo en la fabrica.
-¡Muy buenos días trabajadores de esta gran fábrica de la industria moderna! -
Dice una ronca voz que sale de los altavoces ubicados a lo largo de los galerones de la fábrica, y continúa.
-¡Les habla su capataz para decirles que el esfuerzo hoy debe de ser mayor al de ayer, recuerden que el progrese de nuestro país comienza con le trabajo de sus habitantes!, Recuerden que... ¡Hay que entrarle con ganas al asunto para que este país salga adelante!", por otra parte, ¡El orden del día es el siguiente!, ¡Suerte…!
Por fin el momento esperado por todos aquellos empleados que han estado esperando que el patrón los ascienda.
-Estén atentos compañeros trabajadores hoy solamente pasaran dos sucesor relevantes en esta fabrica habrá un descenso y un asenso, el compañero con el numero... 1234-FP de nombre Fausto Pérez será el que tenga la desgracia de abandonar su puesto, lo sentimos mucho, no debió de haber pedido un préstamo, por muy enfermo que este su hijo.-
Pobre del compañero Fausto era tan buen compañero, estoy seguro que de los demás compañero nadie aceptara su puesto, todos somos tan unidos que si no nos ayudamos nosotros, nadie lo hará... ¿Quien será el que tenga que rechazar el lugar del compañero Fausto?
-Y el compañero que tendrá el honor de ocupar el puesto vacante es... el numero 4321-JL de nombre Juan López, ¡Compañero debe de estar agradecido por ocupar este puesto, pues es una labor muy importante que tiene que desempeñar, y por cierto no se le ocurra pedir aumento!, ¡Felicidades en nombre de esta grandiosa empresa!, "Ahora si esclavos", perdón... "Trabajadores", a sus puestos, en sus maquinas, listos "A trabajar", uno, dos, uno, dos.
No lo puedo creer, es un regalo del cielo, no, del cielo no, es un regalo del compañero Fausto, me he ganado un el preciado ascenso, compañero Fausto gracias, mil gracias por dejarme su puesto, esto era algo que desde siempre había soñado gracias, gracias patrón le prometo que seré el mejor trabajador de esta fabrica, verá y constatara que no lo defraudaré, trabajaré con más empeño y así lograré lo que tanto he soñado, mi aumento.
¡Por fin, después de tanto sufrimiento lo logre, no me comporte como una sombra, este puesto me lo gane con trabajo y esfuerzo, le he ganado al sistema, rompí la barrera del proletario, ya no seré una sombra que vagué por las calles, ahora si tengo un sentido en la vida... vida... vida...!
-¿Que le pasa señor, porque esta gritando? ¿Quién vaga por las calles? ¿Quién tiene un sentido en la vida? ¿Se siente bien? -
-¿Que? -
-¡Ha estado dormido, despierte señor no se haga! -
-¿Que? ¿Que pasa? ¿Dónde estoy? -
-¡Porque todos los que despiertan en algún vagón siempre pregunta lo mismo, caray, sean más originales y dejen de ver novela y leer libros rosas!, ¡Se encuentra en el paradero de la estación del metro observatorio, se quedo bien dormidote, pero tengo que informarle que a este vagón le toca mantenimiento, y por lo tanto no debe de tener estorbos, lo que quiere decir que no lo podemos dejar aquí! -
-¿Metro? ¿Observatorio? ¿Dormido? ¿Que hora es? -
-¿No le digo?, Siempre lo mismo... aproximadamente son las siete y media. -
-En la torre, ¿Entonces no he llegado a la fábrica? -
-Me temo mucho que no. -
- Caray y ahora ¿Cómo le hago para llegar a tiempo? -
- ¡Mire, salga por esa puerta y tome el tren de enfrente, ese esta a punto de salir, suerte, y no se vuelva a quedar jetón en el metro! -
Caray, entonces si todo fue un sueño, y no he llegado a mi trabajo, y ni siquiera he logrado mi asenso, ha pero si me apuro tal ves el compañero Fausto me este esperando...

Ya me encuentro ubicado en el espacio destinado a mi trabajo, el cual en realidad no es muy cansado, solamente tengo que acomodar tornillos y apretarlos con un desarmador especial. En cada pieza que pasa por mis manos me va el corazón, tengo un tiempo como máximo de cuarenta y cinco segundos. Pero si me tardase un minuto, provocaría que la banda sin fin se congestionara y provocaría que mis compañeros de trabajo se atrasaran en su labor, y por lo tanto perdería puntos para algún día poder alcanzar mi asenso.

Texto agregado el 05-06-2005, y leído por 134 visitantes. (0 votos)


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