Hoy, una paloma aletea y alzan el vuelo cientos! Atardecer en el Pao...
La casa de Rafaelito es verde por dentro y por fuera, justo el color favorito de este niño próximo a cumplir los seis años de edad, que ahora derrocha energías mientras recorre, en pocos segundos, el trecho de la sala al patio, a despecho del reposo que debe guardar luego de la cirugía de su ojo izquierdo realizada en agosto pasado en La Habana.
Los niños son tan impredecibles como geniales. Con las ocurrencias que siempre le acompañan, Rafa dio un vuelco a la tradición, y a su regreso a Cuba no se sentó a escuchar otro de los entretenidos cuentos que, desde bien pequeño, le hacen sus abuelos Agustina y Vicente. Esta vez ellos y los hermanitos Víctor y Milagros tomaron asientos, porque quien mucho tenía que contar era él.
La operación transcurrió sin complicación y duró pocos minutos. Cada gesto bondadoso, antes y después de la cirugía, significó una enseñanza para la madre de Rafaelito (por su mente pasa la idea de que algún día los venezolanos dispondrán de similares servicios de salud). Desde que va a la consulta de los médicos cubanos nadie habla de dinero. En Cuba, para una intervención quirúrgica, la moneda no cuenta.
La casa de Rafaelito es verde por dentro y por fuera. El color sobrepasa los límites y se extiende por la arboleda, más frondosa en estos días de lluvia, como para confirmar el nombre del Estado: Cojedes, término aborigen que según Armando González Segovia, de la Dirección del Archivo Histórico del lugar, quiere decir tierra fértil.
Esta vez las nubes no pudieron tapar las estrellas
("Niños del milagro". Al rescate de las penumbras. Niños salvados de las sombras. ISBN 959-210-351-8)
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