LITERATURA Y LOCURA
Por: Miguel Otero Zapata
"Cuando pierdes la razón alcanzas
el conocimiento perfecto"
J. Kerouac.
Es curioso ver cómo en muchas culturas el loco es un ser inspirado, privilegiado, capaz de percibir y de decir lo que otros no captan. Provocando esto, que se busque siempre un nexo entre la locura y el arte, puesto que el artista con su trabajo, tiende a crearse un mundo interior que le distancia de la realidad, y si todo ese producto no se devuelve al mundo real en forma de una obra de arte, correrá el riesgo de quedar preso en ese mundo imaginario para siempre. De algún modo podría afirmarse entonces que la producción artística libera de la propia locura.
La lista de escritores o poetas que han pasado al otro lado, por así decirlo, de lo imaginario y la fantasía real; del vivir lo que se cree que es cuando en realidad no lo es; resulta interminable y entre los tantos casos que se encuentran, podría citar primero a Lord Byron, cuyo humor cambiaba en pocos minutos, pasando del entusiasmo inconsciente a la desolación absoluta, y el cual entre otras excentricidades tenia la de beber en una copa construida con un cráneo humano. También a Charles Baudelaire, al cual siempre ''Asaltó la amenaza del aleteo de la locura'', según sus propias palabras; y que sufrió a lo largo de su vida intensas crisis nerviosas, neuralgias y vértigos, que le dejaban postrado en la cama. El poeta norteamericano Ezra Pound, autor de los CANTOS, que lo encerraron en un manicomio en Washington durante doce años, acusado de loco y condenado al ostracismo por haber combatido la entrada de sus compatriotas a Italia a través de emisoras radiales al término de la II guerra mundial. Y los progresivos tormentos mentales de Ernest Hemingway que han llevado a suponer que, en el colmo de su angustia (real o imaginaria), se suicidó de un tiro en la boca. Edgar Allan Poe, también, en un momento de abstinencia alcohólica, sufrió de "delirium tremens", estado en el que abundan alucinaciones que toman forma de siniestros insectos y hórridos animales.
Así es pues que existen ilustres escritores locos como también lo hubo escritores fusilados, el caso de F. G. Lorca, o escritores que hicieron grandes obras mientras se morían de hambre y frío en países impropios; recordando a Cesar Vallejo en París, por citar unos ejemplos.
Otro gran neurópatas fue Marcel Proust; quien aquejado de asma bronquial tapizó de corcho y pesadas cortinas que jamás abría, la habitación donde trabajaba, en la misma que vivía recluido durante semanas, inhalando polvo medicinal, alimentándose de cafeína, cerveza y helados; el mismo que al final de sus días llegó a pesar poco más de cuarenta kilos.
También se atribuyen alteraciones mentales a Virginia Woolf, la escritora de Las Olas, y Allen Ginsberg ,uno de los Beats, que utilizó en sus escritos buena parte de sus propias alucinaciones, aunque muchas veces estas fueron producto de las drogas y el alcohol; y en esta línea de desequilibrios causados por la bebida podría nombrarse el caso de William Faulkner quien era un neurótico, ósea un loco que aun no acaba por perder el contacto total con al realidad.
Con frecuencia cuando se trata este tema muchas veces aparece un problema, que radica en determinar dónde empieza exactamente la locura y dónde acaba la extravagancia, a la que en ocasiones se coloca la etiqueta de patológica, cuando únicamente son actitudes que escapan a la uniformidad o a la norma, ya que a menudo suele encontrarse con biografías de escritores, que tienen la necesidad de gritarle al mundo quienes son, y que son diferentes; utilizando en muchos casos la vestimenta, conductas o maneras que hagan clara la diferencia; y aquí cabe nombrar a Abraham Valdelomar, el mismo del "Palet Concert", que se vestía con escarpines, ternos de colores chillones y monóculo, solamente por alimentar su egocentrismo; y a Azorin, del cual afirman, paseaba por Madrid con un llamativo paraguas rojo que llevaba a todas partes. Aunque ahora muchos escritores afirman que la excentricidad y lo estrafalario en la literatura a perdido vigencia y que vale más la figura del escritor modesto y formal. Pero existe dentro de todo esto un caso muy particular de locura como la que tuvo nuestro querido Martín Adán, quien por su propia voluntad decidió pasar buena parte de su vida internado en un manicomio, queriendo talves ser un cero a la izquierda; y al parecer finalmente lo consiguió.
Ahora talves, la vida es sólo eso, pues como afirma E. Cioran: ''La locura es algo tan inexcusable a la condición humana, que incluso no estar loco es una forma de serlo también''...
|