Fue gracias a esos días de encierro y aburrimiento que ocurrió el tercer hecho trascendental, por primera vez en aquellas vacaciones de verano tuvo que leer realmente algunos libros, dejó de lado los de historia y ciencias, concentrándose en los libros de ficción que siempre le habían parecido grandes y engorrosos; pero que ahora los descubría como una fuente fantástica de mundos imaginarios, parecidos y a la vez diferentes del suyo. Pasó días enteros introduciéndose en las vidas de esos adolescentes que se enamoraban eternamente de su primer amor, compartía sus sufrimientos y sus alegrías; sentía la opresión de sus padres, de sus colegios, de la desigualdad del mundo, repasaba una y otra vez esas páginas, y se identificaba con el sentir de uno y otro personaje llegando a querer a algunos y odiar francamente a otros. Su madre no lo cuestionó ya que pensó que era bueno que el menor de sus hijos por fin se interese por la lectura.

Ese ensimismamiento se acabó debido a que Marcos, ahora convertido en oscuro heraldo, le trajo una terrible noticia:

- Se va Chikan, se va, se le presentó algo urgente dice, anda a verla, yo sé que le gustas, por lo menos despídete.

El muchacho salió presuroso, su amigo le dijo que ella en ese momento ya estaría en el terminal de ómnibuses, él tomó el transporte público y se dirigió hacía ahí. Llegó y se metió en los ómnibuses de todos los colores y todos los destinos, las personas se vieron sorprendidas, y seguramente asustadas, por el impetuoso jovencito. A pesar de su esfuerzo, Chikan, no la pudo encontrar, se quedó sentado en una banca a la espera del milagro, pero éste no ocurrió. Regresó a casa con el alma rasgada y el aliento perdido, apenas una cuadra antes de llegar a su destino sintió el empujón que lo tiró al suelo, luego las patadas en el rostro, en las costillas y pierna, finalmente, el escupitajo en la cara.

Ya estamos a mano mocoso conchatumadre- le dijo Manolo mostrándole los dientes en un horrible simulacro de sonrisa.

Chikan se levantó del suelo viendo como el adolescente matón desaparecía en la sombría y desierta calle, regresó a casa triste, con la nariz rota y el cuerpo destrozado, y gracias a Dios sin ningún corte en la cara, entendió en ese momento que abril siempre llega, que su ciudad era de perros, que los amores de niños son trágicos y que los veranos no duran para siempre.