Si pudiera alejarme, como otrora. Si fuera posible aquel prado, o la montaña, o el libro donde acampar de la borrasca que bulle muy adentro. En mi noche.
Si en verdad creyese en la soledad y se levantara como certeza al igual que mi deseo de sentirte en mí. La unidad predilecta.
Si no creyese en nada y la realidad me llenara con su densa materia, endureciéndome.
Si pudiera nombrar, arrancar del silencio esas frases que sólo yacen allí y decirte lo único que ahora quiero escribir. ¡Cuan alegre se tornaría mi corazón de cristal, el incapaz de soltar el sueño y la imaginación!
Si me conformara con lo dicho por los demás, si esas voces fueran mías… si estuviese muerto. Pero no, no quiero. Vivo, he despertado y te oigo y mi vista te persigue, afuera o adentro, siguiendo la huella de tu olor. Vivo y esa ansiedad de experiencia me sumerge, me deja caer en la profundidad del amor, de nuestro amor.
¡Vivo, lo justo para cumplir esta misión!