La abracé cinco segundos y la levanté sobre mi cabeza. La miré a los ojos y me pareció que por un instante se había reído, como si un fogonazo de alegría le acabara de cruzar el rostro, mas, sus labios no me dieron la respuesta que yo quería. Las ganas de matarla fueron en aumento de manera tal que si hubiéramos estado solos la hubiese ahorcado. Cientos de malas palabras e insultos para con ella cruzaron mi mente y se agolparon en mi garganta esperando salir, sin embargo, me relajé, no me quise cansar, sonreí, me despedí sin mirar atrás y ella tampoco lo hizo. Me fui como el viento, a mi casa, a mi encierro, a mi locura. Lárgate, lárgate, vete, corre, escapa, que hay una bruja que quiere usar tu corazón de adorno en su pecho y exponer tu vida rota en mil pedazos como un trofeo, que quiere mostrarle al mundo lo tonto y malvado que fuiste y decir entre lágrimas falsas que sufrió mucho y que no le dejaste más remedio y tuvo que romper los lazos que los unían. La culpa siempre será tuya, no hay porqué insistirle, los dados están cargados, las cartas marcadas, la carrera arreglada, no importa lo que digas, siempre saldrás mal parado frente a lo que digan los demás, siempre serás tu el culpable, nada de lo que digas va a ser utilizado en tu favor, todas las mujeres que estén por ahí cerca se enterarán, tendrás que mudarte de barrio, más de algún amigo te abandonará y más de alguno te traicionará cayendo en la piel en la que alguna vez reinaste, lo más de seguro es que pueda ocurrir, pues ella, en tu encierro se ha promocionado muy bien, como la pobre víctima que necesita consuelo, o sea, en otras palabras; distracción, en otras; salidas al cine, a los bares, bailar, comer, tomar algo, ir al teatro al que jamás la llevaste por falta de dinero y cuando se harte de toda esa buena vida, meterse con el tipo que más le revolucione las hormonas y más dinero tenga y largarse con él y dejarle hacer las cosas que tú no le hiciste, por incauto, por rápido, por feo, por ingenuo, por quizás qué.
No digas las malas palabras fuerte, no en voz alta, trágatelas, escupe en tu interior, no sueñes con causarle daño, acostúmbrate a la triste comedia de ir pasando por una calle lluviosa, con el viento y el frío acuchillándote, y verla pasar en un auto como el que quisiste alguna vez conducir, acompañada de aquél tipo con más plata, belleza y blancura que tú. Ella irá sonriente, y tú te limitarás a tan sólo apretar más tu chaqueta mojada contra tu cuerpo. Come, ella no se merece ni una pizca de tu sufrimiento, no llores, sobretodo, no llores, las lágrimas no son lo más bello, no brillan en realidad, he visto a gente llorar por ambición, por estupideces, así que no lo hagas, menos en público, sólo hazlo si llevas una botella de tu licor preferido en tu mano, y droga en los bolsillos o en la sangre, es casi lo mismo, de todos modos terminará por hacerte sentir mejor; tiene que ser uno de ésos licores que siempre haz querido probar, uno que para comprarlo tengas que ahorrar, ése que hasta tu padre envidiaría, bébetelo rápido, solo, sin hielo, sin nadie a tu lado, solos tú y tu preciosa botella helada entre las piernas, sentado en una cuneta con el alma hecha pedazos pero con el trasero tibio en el asfalto, si la llegas a ver sólo dirígele una mirada de maníaco psicópata depresivo incurable y si se acerca, respira fuerte para que el alcohol la aleje, que te vea como un despojo humano, con tu cabello desordenado, el cuerpo laxo, la mirada rojiza y rebosante de odio, y ante todo, no importa lo que ella diga, no importa que te toque, que intente golpearte, insultarte o consolarte, no la toques, sólo camina rumbo al amanecer glorioso de los borrachos anónimos sin calle y sin religión, con todas las ganas de vomitar en sus zapatos de tienda derechista, camina a duras penas, detente para mirarla por última vez con la luna a tus espaldas como escenografía y luego empínate la botella hasta el quinto infierno y deja que se escurra entre tus labios y que llegue a tu pecho inmundo de tabaco.
Gracias, mi amor, por dejarme, por acostarte con él, por mostrarme que tener corazón no es necesario, que amar es estúpido, que los sueños se hacen pedazos con un susurro, gracias por mostrarme que existía el infierno, que la droga era la única salida, gracias por dejar de amarme y darle espacio a mi odio. Gracias, dios, por que sé que me matarás a los treinta y cinco. O a los veinticinco. O a los veinte, o menos. Gracias por tus sacerdotes que violan niños, por los que se sodomizan entre ellos, por los que viven mejor que más de la mitad de la población y manejan autos europeos, por los curas que apoyan a los asesinos que degollaron a toda una generación. Gracias, padre, por enseñarme como golpear a mi mujer y a mis hijos y luego ir a misa y mostrar mi sonrisa y acariciar ante el cura a todos a los que, embrutecido por el alcohol, golpeo cuando llego por las noches a mi hogar, gracias por mostrarme cómo sacar sangre con el cinturón, cómo amoratar la piel a golpes. A ti, madre, gracias por no dejar que nada me pasara, por no dejar que ningún mal me alcanzara y ningún bien tampoco, gracias, por intentar hacerme vivir en tu mundo encerrado entre tus brazos y tu pecho lacio. Gracias, escuela, por humillarme, por meterme una forma de pensar a la fuerza, por condicionarme al modo de vida americano, por evitarme el razonar, por sacarle dinero a mis padres para lograr sacar de mí a un producto refinado y robotizado con sentimientos mutilados. Gracias, sociedad, por permitirme ser discriminado por mi color, por mi estatura, por mi cuerpo, por hacerme amar lo rubio, lo nuevo, la moda, las últimas tendencias, por dejar que los pobres mueran como ratas, que no tengan ni viviendas dignas, ni comida, ni salud ni educación, infinitas gracias por limpiar todo y dejarlo reluciente para que los poderosos defequen sobre nosotros. Gracias, querido gobierno y presidente, por dejar en libertad a los asesinos que mataron a todo un ideal político y encarcelar a los que se les opusieron, gracias por privatizar todo y dejar al neoliberalismo tomarse todo, mil gracias, mundo, por tener hambre y sufrimiento para más de la mitad de la población mundial, gracias a todo el universo por ser tan perfecto.
No la vuelvas a mirar a los ojos. Nunca más. Sé como un esclavo negro con su amo. No llores, sobretodo, no demuestres sentimientos, eso es debilidad, corres el riesgo de caer en depresión, no te preocupes que la droga sale cara, pero se parece al soma, ya hay sustancias así. No sueñes con ella, con su cabello al viento, o desnuda sobre ti, con sus olores impregnados en tus manos, no recuerdes su perfume, su forma de besar, su cara de llanto o de risa, más bien no recuerdes su rostro; no te preocupes, sobrevivirás al invierno y mañana puede brillar el sol igual como lo hizo alguna vez cuando te despertaste a su lado. Si no pasó nunca, entonces tienes algo menos que olvidar. No pienses en lo que te faltó hacer con ella, en lo que no hicieron juntos, en lo que iban a hacer en los días venideros, los proyectos que tenían, las cortinas del departamento, no pienses jamás, ya no pienses, todo está allí, en la cabeza, no pienses, sólo actúa, bebe si tienes sed, besa si quieres besar, mata si lo sientes, hace lo que un animal haría, vuélvete derechista, o métete a una organización revolucionaria izquierdosa o busca un convento.
Vomité y me alejé con pasos indecisos. Ya ha pasado un año, este ha sido mi año de libertad, de fin del sufrimiento. Bebí todo el licor que estuvo a mi alcance, y continúo siendo inteligente, oh, demonios, soy el mejor en lo que hago, alábenme, soy el resultado de milenios de evolución humana, soy el nuevo mesías, el nuevo producto que sale en televisión, el ídolo que canta y transpira en los escenarios, el sueño que hace que a miles de mujeres se les empape la entrepierna, el ser más refinado, el hombre con más dinero en el mundo, el que si quiere puede ir a defecar a las estrellas.
Vamos, vamos, vamos. El día se está acabando y a medida que el sol se esconde mi ánimo va en picada, lo que me anuncia una noche más en la cárcel del alcohol, que comparto con varios tipos que no tienen ni un pelo de inteligencia y con los que me siento estúpidamente bien. Si supieras como te extraño, como me encantaría retroceder el tiempo y volver a ser tu esclavo, tu rey y tu mascota. Mas, es la hora de ponerle fin al sufrimiento y dejar que mi memoria se vaya al infierno envuelta en risotadas ajenas que me contagian y llaman a vivir en este mundo con la máscara de lo que no soy ni quiero ser, pero que tengo que ser porque sino estaría en la más fría soledad y sólo me quedarían tus recuerdos en un cajón llamándome en las noches para ser leídos, olidos, sentidos y observados. Tus fotos las llevo en la retina, o en la letrina, tu aroma en los pulmones y tu sonrisa en el centro del pecho. Tus recuerdos no me matarán, pero me enseñarán a ser más fuerte, a pesar de que, después de la hoguera que hice con todo eso, ya no sean más que cenizas apestosas.
Nunca alcancé la gloria, nunca fui lo que quise ser, así que me conformo siendo lo que tengo que ser. Que el futuro me traiga nuevos vientos para echar al mar mi barca y buscarte recorriendo playas de distinto color, hasta encontrarte y hacer mi colonia en tu ser, que ojalá no haya sido descubierta por nadie aún. La tierra es un lugar tan pequeño que no creo que logres esconderte de mí con facilidad. Ten cuidado, un merodeador nocturno te sigue en la oscuridad y ve cada instante de tu vida, compartiendo tu felicidad como un Cyrano de Bergerac moderno muerto de amor por no entender el sistema amoroso del capitalismo. Pero si es tan simple, ten relaciones con todo el mundo como un animal y luego quédate con la hembra que más sepa aguantar los continuos engaños de los que la harás parte. Cuida a tus hijos en un sistema opresor como el que te enseñaron tus padres para que sean unos salvajes que morirán de SIDA algún día.
Me río de mí mismo frente al espejo y veo como los años no pasan en vano por este intento de hombre. Cada día tengo la cara más desfigurada y escribo con mayor número de adjetivos, todos los días me acuesto pensando en lo que debería hacer y no en lo que estoy haciendo. Todos los días sale el sol y pienso en cambiar, en crecer, envejecer entre libros viejos y burlarme del mundo en el que me tocó nacer. Siempre tengo presente que las ETS están presentes a cada movimiento pélvico que hago sobre una mujer que desconozco totalmente pero que está al alcance de mi escuálido bolsillo. Te agradará saber que aún hoy sólo poseo poder adquisitivo para la mugre y me juro un escritor aunque sólo sea capaz de escribir un par de páginas diarias y que enamoro mujeres diciéndoles poemas que hice para ti. Las saco de mi vida luego de verlas bajo o sobre mí retorciéndose de innoble placer. Amo la vida que perdí. Amo lo que ya no tengo, amo lo que odio en realidad, los sueños rotos que, pese al tiempo, no me dejan dormir bien.
Has de estar en Francia, feliz, con un tipo que te respeta y que te engaña sin que te des cuenta o con uno que en verdad adoras por ser tan inteligente, de seguro que tienes tiempo para ti, y que posees un auto o un objeto de lujo en tu habitación. Debes de tener buenos orgasmos y llevar una vida sexual muy alegre y entusiasta, tradicional. Los hijos has de verlos como algo lejano, son obstáculos que impiden los estudios o el trabajo y los viajes al extranjero, a los lugares que yo nunca te hubiese llevado. Es que eras un conjunto de dicotomías tal, que no pude entender tus conceptos de amor nunca, más bien creo no haberme interesado nunca en ellos o los ignoré el suficiente tiempo como para darte esperanzas de encontrar lo que yo no te daba en otros brazos. Si eres feliz, bien, sino, bien también, total creo en el tiempo que limpia los recuerdos y los vuelve difusos, ésos que tú nunca recuerdas porque tienes memoria de gato. Cuantos postgrados has de tener, cuantos diplomas en tu estudio, y cuantos aún por recibir. Tal vez nos veamos y ya no haya nada que decir ni sentir más que desearnos suerte.
Que el infierno nos llegue, nos trague y nos escupa, para llevar la marca de los que sobreviven en la frente, que el cielo nos ignore y que hasta el mismo dios nos declare un caso perdido y una amenaza pública. Gracias por haberle mostrado otro mundo a este borracho, uno tal vez más puro y recto, pero siempre la botella y su mirada seductora me incitaron más a la locura y a los actos sexuales. Aparte, yo quería una novia drogadicta y no una mamá, que una de ésas ya tengo. Adiós y piérdete entre las piernas del francés o español o nacional que te tratará mal algún día para que te acuerdes de lo loco que estaba yo.
Porque la locura la llevo en los dedos, en el lápiz con el que garrapateo en una libretita llena de poemas inconclusos como oda a tu amor desaparecido en el régimen de lo contemporáneo. Porque por lo menos estoy feliz de que hayan sido los tiempos en los que vivíamos los que nos vencieron y te hicieron odiarme por ser más subjetivo que racional. Tu odio es tan estúpido que ni me viene ni me va. No me toca, es agua que no nutre. Tu lengua insolente, tus gestos, tu arrogancia y egocentrismo aprendidos mientras jugabas a ser revolucionaria mientras sostenías tu contradictorio celular que costaba varios sueldos de una familia pobre, te llevarán justo a donde quiero, al glorioso abismo. Gracias al destino y a mi buena estrella, que nunca me falla, y que hace que todos los seres que odio u odié caigan tarde o temprano. Te condenaste sola y la soledad será tu castigo.
Río sobre tu tumba, y me excita el verte putrefacta y manchada de esta sociedad, mientras yo, el lobo estepario que siempre he sido, corro libre por las llanuras de las amplias alamedas. Mi risa llega hasta tus marchitas aspiraciones. El triunfo, para variar, es mío, sin mover ni un dedo y sin preocuparme. |