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Una mañana soleada de sábado la señorita Mullhammer se propuso tomar el sol en la playa con un sugerente y escueto traje de baño.
Un desafortunado golpe de viento hizo volar sus pertenencias bajo el acantilado, junto a las rocas rompeolas.
Al levantarse un mareo la hizo caer también al vacío... Un joven que vio todo lo acontecido avisó a los vigilantes de lo ocurrido.
Tras mucho buscarla allá abajo junto a las olas decidieron ir a la orilla a reposar un rato.
Al llegar allí la señorita Mullhammer les saludaba copiosamente.

Unos niños jugaban y hacían apuestas junto a unos bancos en la plaza. Uno de ellos decidió apostarse la misma vida a que era capaz saltar desde lo alto de un precipicio y no hacerse un solo rasguño.
Se lanzó y no apareció más. Años después fue visto con un aspecto deplorable malviviendo bajo puentes entre otros vagabundos.

Un traje horrible asomaba tras el escaparate de una galería de exposiciones. La gente lo detestaba pero había algo en el vestido que hacía que la gente adquiriese posturas diplomáticas dentro de las discusiones que se celebraban en torno a él.
Finalmente alguien decidió comprarlo, provocando iras y desconcierto entre los asistentes a la galería.
Uno de ellos le retiró el vestido de sus brazos y se inició un combate poco agradable de recordar en el intento de hacerse con la pieza de seducción indiscutible.
Entre el tugurio alguien bloqueó las puertas y prendió fuego al local provocando un desenlace fatal.

Existió el buzón asesino que devoraba a todos los carteros que se le acercaban. Una tarde se acercó el hijo menor de los Griffin y fue también devorado por él. El padre Griffin arrancó algunas hierbas de su césped y regresó a casa entonando una vieja canción que recordaba de su infancia. Los padres Griffin hicieron acopio de su valor y días después consiguieron olvidar lo sucedido. Tuvieron montones de hijos más.

El señor Astazur era un hombre realmente misterioso. Acudía de vez en cuando a visitar a sus amigos envuelto en una lona de piel que la tapaba hasta el cuello. Cuando llegaba se sentaba y no decía nada durante horas. Hasta que para dar por concluida la visita emitía una fuerte y poderosa carcajada que hacía temblar a los allí reunidos.
Finalmente desaparecía tras la puerta hasta la próxima visita.

Texto agregado el 01-06-2005, y leído por 166 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
07-06-2005 Querido Vlade!!! Me he reído bastante con algunas historias, pero me quedo con la del señor Astazur. Ese enigmático señor Astazur.... Me ha encantado, besitos. Lurylow
01-06-2005 muy interesante y bien construído. Me quedo con la del traje :D ereius
01-06-2005 El primero me gusto muchisimo... pero todos en si estan bien.... son enigmaticos... me gustan ichtus
 
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