Despertar en casa ajena
La pieza tenia un fuerte olor a fruta ácida podrida, como cuando se quedan los limones un año en el refrigerador o como sucede con las naranjas en la frutera de la abuela.
Un sol de los mil demonios, hacia sudar mi cuerpo, al cual el desodorante 24 horas tenía abandonado antes de tiempo. Me encontraba en calzoncillos, de esos pegados al cuerpo; claro ahora estaban fusionados con él.
La tarde pasaba lenta, yo no desea ir a mi casa, estaba en un lugar agradable, además me daba un poco de miedo encontrarme con Paúl Scheffer u otro personaje de esos, con traje de cocinero, haciéndome unas zucaritas con leche para pasar la caña. Definitivamente las ideas no cumplidas comienzan a crecer en cuanto al nivel de las posibilidades. ¿Lo abrasare por la espalda de forma suave? Y…Guac, ni enfermo de sida le hago eso a un viejo pedófilo. Aparte me gustan las mujeres. De pronto, una serie de pasos comienzan a sonar contra algo hueco.
Algo subía la escalera, algo que daba pasos lentos, la idea del viejo pareció probable. De pronto de abrió la puerta. Una de las topleras del “café” de enfrente al bar, aprecio tras ella, mientras secaba su pelo y entrepierna.
No quería ni pensar, cuanto dinero debía.
De repente se acerca a mí y sin razón aparente me besa la nariz y comienzo a reír como una niña después de mandarse una cagada de esas reparables. Ciertamente me conmovido, si hasta cuando estábamos tomando desayuno con la tele prendida y entro el perro, el desgraciado me movió la cola.
Era un sueño echo realidad, prácticamente tenia una puta gratis y lo mejor de todo en su día libre.--¿Qué mierda le abre dicho a ella y al perro?-- Ahora no importaba, debía vivir el momento, esto acabaría rápido, en algún minuto esta mujer perfecta, volvería a su trabajo, por lo tanto yo me sentía obligado a no involucrar ningún sentimiento que no fuese materialismo, sin embargo, era imposible que al sentir su cuerpo abrasando al mío, que al escuchar sus suspiros en el cuello; aquel respirar calido que provocaba en mi un sentimiento de protección y sus besos eran como aquellos de la niñez…, esos que calientan menos que vieja con corales, esos que son apenas un apoyar de labios.
Hace años no sentía algo así, lo increíble fue que solo vasto una tarde, una mísera tarde, ya hasta mis pensamientos eran clichés, hablaba en prosa, era terrible, era descabellado.
Lo peor de todo es que en mi otra realidad mi relación era en base al sexo, completamente ajena a este sentimiento, una relación de esas podridas donde nos vemos los sábados un par de horas y cuando conversamos el tema es: ¿Te gusto como te lo metí?, o traspiramos como cerdos. Realmente eso no lograba hacerme sentir bien. Mi novia Paulina si que era una puta, una exquisita puta claro esta. Estudiante de odontología en cuarto año, coeficiente intelectual sobre el promedio; no lograba hilvanar un par de frases sin luego prorrumpir en una risa chillona y perder el tema. No se como lo hace para aprenderse tantos nombres de remedios y cosas por el estilo.
--Marina, puedes traerme un vaso con agua—exclame dejando el recuerdo a un lado, y sin querer, pronunciando de forma automática su nombre. –Ella corrió a la cocina; el perro me miraba sin pestañar; este perro esta chalado.
Volví a mi casa el otro viernes, ella no fue a trabajar, yo no fui a la universidad, era un trato justo. En casa, el lava lozas estaba plagado de hormigas, y verdes hongos asomaban su faz por sobre los cubiertos. Luego de reflexionar un momento, opte por la vida y fui a ver televisión.
Día sábado, desperté con un sonar de teléfono que no desee contestar, luego alguien golpeo la puerta la puerta, no me levante, trate de dormir.
Desperté con Paulina llorando sobre mi pene mientras me la chupaba; le encantaba levantarme así. —Que pasa mujer, andas regalando lagrimas—exclame aun irritado, pero caliente. —Se murió el gato mi amor, esta seco ahí en el balcón--. Entonces recordé que tenía gato y que lo había dejado afuera porque estaba en celo, en ese momento iba comenzar a sentirme mal, pero definitivamente, mientras alguien te lame la verga uno no puede hacer nada más que quedarse quieto.
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