Anoche, después de pasar a través del puente largo que me significa el tiempo en que creí haberte superado, de nuevo soñé contigo. Te miré mientras dormías, y al despertar sentí otra vez tus labios sin tocar tu boca.

Anoche fuí tu sueño en esa cama vacía de la poesía que lloras sin que te dedique mi soledad, falto de la palabra que la noche albergue bajo su manto.

Caminaste hasta mis labios y al abrazarme te fundiste con mi boca en un beso lleno de saliva amorosa y sin importar te vieran mis amigos me dejaste en el cuello algo más que tu mirada y tu aroma sobre mi andar.

No llovía anoche en que tentamos la suerte de soñar a un tiempo en que agotado y roto el recuerdo salió para hacernos más fuertes, sin dar vueltas por tu ventana, como lo hicimos sobre la cama.

Estabamos juntos del otro lado del mar de nuevo, y en el piso que compartimos hace tanto entre nuestros brazos, tejimos algo más que deseo en esa madrugada.

Sellamos el sueño encendido con un beso que traje comigo al despertar sin olvidar tus palabras, sin verme en otros brazos que me robaran el sueño ni me dieran el calor del alma desnuda acompañada.

Anoche de madrugada, pensé en tí como hace siglos y sucedió que tal vez te invoqué sin escucharte llamarme amor, estuviste conmigo soñando y compartiendo lo que nadie si no tu sabes, complices sin compañía somos al soñar a un tiempo este mensaje en que nos encontremos fuera de nuestros cuerpos, dormidos.