Mi Amigo nunca me abandona. Es realmente el ser más fiel que existe en el universo.

Me acompaña al baño, a comprar pan, al supermercado, a regar el jardín, al trabajo. Ni siquiera se separa de mí cuando hago el amor.

Mis otros amigos no lo conocen ya que nunca se los he presentado pues me da temor que me lo quiten. Que los corrompa la envidia y le envenenen la mente. Aún así son amigos, pero de categoría inferior.

Mi Amigo nunca me pide nada a cambio por su Amistad. Pero yo se lo que más le gusta y necesita: sentir la calidez del sol.

Lamentablemente en el país donde vivimos el sol alumbra dos veces cada año. Por eso yo se que en el fondo de su alma El tiene una profunda tristeza.

Esa falta de calor y luz trato de compensarla con un solarium que compre por Internet. Es realmente tan conmovedor cuando ingresa a esa suerte de ataud de rayos infrarrojo por 10 minutos y luego sale completamente renovado.

Pero yo se que la pena sigue en su corazón.

La última vez que pude llevarlo a tomar la calidez del verdadero sol, fue una experiencia maravillosa para los dos. Se puso a danzar en aquella pradera mientras su cuerpo reflejaba todos los colores que el ojo humano conoce.

Pero últimamente me siento muy mal con él. Me averguenzo y amargo por no darle lo que El me da sin interés alguno.

Por eso es que estoy terminando una cápsula espacial para enviarlo a un viaje sin retorno.

Me doldrá mucho esta separación definitiva pero no puedo seguir viendo como sufre, sintiendo su entrega incondicional hacia mí mientras se consume por dentro.

No quiero que muera por mí, así que lo enviaré al sol.

Queda muy poco tiempo para terminar esta nave. Unos tornillos más y estará todo listo.Perderé a mi Amigo pero ganaré un ángel en el Sol, donde el sí será feliz de verdad.

Insisto, queda poco. El no lo sabe. Cuando los médicos dejen de molestarme con sus citas interminables en estas crudas salas de color blanco, le daré la gran sorpresa.