Y una lágrima corrió por mi camisa, muy cerca pasó de la huella de su mismo labial, podría haberle hecho el amor mil veces más, la habría abrazado y no la hubiese desprendido de mi vida pero ella . . . ? tenía que pensarlo.

Diciembre del 2001, ya el grado se convirtió en una fiesta de otros, lo nuestro jamás entendió de emblemas, así que sin razón el día anterior simplemente no la invite, me pusieron bonete con capa y me lanzaron contra el mundo, quizá me alejaron de la irresponsabilidad universitaria, por lo menos el Zorro tiene un corcel, una hacienda y unos millones, pensé!, su capa y su sombrero lucen mejor. ¿Quién entiende de plano el fin como principio?. Por mi parte agradecí la falta de fe de aquellos, versus mi testarudez.
- “Ingeniero”,
- “Como estas colega”, risas con sonrisas se me colaron a la casa y lo bailaron sin chistar, aun de todo me sabía extraño, era ella, con su alegría en el rostro, sus brazos y sus abrazos lo que faltaba, era esa manera de colgárseme del cuello y no dejar que nadie de su genero se me acerque, lo que quería, “muchas veces amamos lo que nos aísla”,
- “Una foto con el Ingeniero”,
- “Sonríe, levanta en alto el vaso”, afortunadamente siempre fui bueno para las muecas, ayuda cuando fuerzas disimular o no quieres alcohol, sin embargo el sueño vence cualquier buen gesto. Habían sido unos largos tres meses frente al computador, compañeros de tesis y las noches. Me retire a escondidas, sonó el teléfono, nadie lo escuchó, seguramente los decibeles de la música, tal vez las felicitaciones entre partes al haber formado un graduado, volvió a sonar, “es que nadie va a contestar maldición!!!”, era ella!, estábamos tan enlazados que nos percibíamos cualquier desfase emocional, hablamos y termine contándole. Reí muy adentro, sucia venganza, lo sabía, muy dulce por cierto, pero el tema cambió, la extrañaba y se lo dije, la necesitaba y ella lo escucho, “ven en la mañana” y ella vino, nadie percibió su entrada, sutil como de costumbre, "Hola", miradas, labios de frente, cuerpos que se convocan, "shhh", fueron cayendo, su pantalón, mi camisa, su blusa, mis pantaloncillos, su brassier, las sabanas y dos aventurandose a ser uno. Este era mi premio, su cuerpo era mío, su corazón me perteneció, pero su mente tenía otra ilusión.

- “Tú Taxi ya viene”
- “Déjalo me voy en el siguiente”, la tarde que se desplomaba, más incontables abrazos, como queriendo liar el momento por siempre, dulce llanto de adiós, de algo que no puede seguir pero que te arde en las venas, a veces las familias son estorbos o buenos pretextos, donde escudarse, “piénsalo!!, te quiero a mi lado!!” le dije, "Me voy" respondió . . .

Son dos años ya, y aun estoy aprendiendo a olvidarla . . .