Me aturdo, llevo mucho rato como ido, sin pensar en nada con la cabeza fria. Cuando me ocurre esto acabo por abstraerme del todo y al final ni siquiera se cuanto rato he no-estado entre los vivos.
Hay veces que han sido tan solo algunos minutos, otras, en cambio, he no-estado durante horas y horas.
Pero esta tarde no puedo dejarme ir, esta tarde van a ocurrir cosas interesantes, lo presiento. Los días se han alargado, el invierno ha llegado a su fin y ellas tienen que estar al caer. Será hoy, seguro que será hoy.
Soledad, mi soledad, una soledad oscura y apremiante una soledad pesada como una vieja colcha de cama.
Me duele la soledad, la muy jodida escarba en mi pecho y anida junto a mi corazón. Y lo empuja, lo socava, lo zahiere.
No se salir, no se decir, no se tocar. Me cuesta tanto conseguir establecer un pequeño puente con alguien. Siempre mantengo las distancias.
Cortapisas, cortapisas, cortapisas. Yo a un lado, el resto al otro. Insondable abismo entre mi lado y el del resto.
Llevo en el sofá desde las 10 de la mañana, ya son las 14 y todavía no ha pasado nada. Tal vez hoy tampoco vengan.
El timbre!!!, suena el timbre, suena mi timbre!! mi timbre??. Me levanto y voy hacia la puerta.
Abro.
Es rubia, de metro sesenta y cinco , lleva el pelo recogido en una coleta alta y viste unos ajustados y desgastados vaqueros azules y una camisa naranja holgada.
Sonrie. Es guapa, es jodidamente guapa-
Me dice- Hola perdona que te moleste, soy tu vecina del cuarto.
Le digo- Que quieres???
Me dice- mira se nos ha acabado el aceite y pensé que tal vez tu pudieras prestarnos un poco.
Le digo- Yo no tengo nada. Yo nunca tengo nada.
Me dice- Bueno , pues no te molesto más.
Cierro la puerta, y vuelvo al sofá.
Sigo solo, sigo muy solo; y ahora además no puedo sacarme de la cabeza a la rubia del cuarto. Nunca la había visto. Sus tetas se vislumbraban a través de la tela de la camisa naranja. Creo que se le notaban sus pezones también. Unos pezones gordos que un hijoputa le comerá por las noches mientras ella gime de placer.
Jodida soledad, por qué no vienen ellas de una vez???
No puedo más, el recuerdo de la rubia me está poniendo enfermo. Llamo por teléfono.
Me amodorro, pasa una hora, suena el timbre.
Abro.
Me dice- Hola has llamado a la agencia??
Le digo- Tienes el dinero en este sobre. Cuéntalo.
Me han hecho caso, es tal como la he pedido. Es rubia de metro sesenta y cinco lleva el pelo recogido en una coleta alta , y viste unos tejanos y una camisa roja. La pedí naranja, pero era demasiado difícil. No es tan guapa, pero es muy, muy joven.
Me dice- Perfecto, está bien. Como te llamas???.
Le digo- Te pago para que me la chupes, no para que me pegues el coñazo.
Camino hacia el sofá. Me bajo los pantalones y el slip y le indico con una mirada que estoy esperando.
Me dice- Buff, que rápido eres.
Le digo- empieza a chupármela y deja de hablar.
Me corro dentro del condón a los diez minutos mientras pienso en la vecina del cuarto.
Me dice – Puedo ir al baño para limpiarme???
Le digo- No. Deberías traerte tus propios pañuelos de papel.
Me subo el slip y el pantalón, arrojo antes el condón sobre la mesita, y la acompaño hasta la puerta.
Me dice – Eres un hijodeputa.
Cierro la puerta.
Vuelvo al sofá. Otra vez sólo. Podría haber sido más amable con la vecina del cuarto. La verdad es que tenía un montón de aceite de sobras. No se porque soy tan seco.
Jodida soledad Por qué siempre estoy tan sólo.???
Cierro los ojos, dispuesto a irme de aquí y de repente la oigo.
Ha llegado, la primera de ellas ya ha llegado. Por fin mi soledad se verá mitigada.
Da vueltas por el salón y se para sobre la mesita. Me mira y le sonrío.
Cojo agua y un poco de azúcar y la extiendo sobre el dorso de mi mano.
No me muevo. Ella acude, se posa sobre mi mano y empieza a absorber el azúcar.
La observo. Me gusta. soy feliz. Ya no volveré a estar sólo hasta octubre.
Vuestro, escriba sentado;
Dolordebarriga
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