Un pequeño loto guardado en el bolsillo de cualquier dios olvidado marca como cada noche el cielo.

Los parasitos de la fugaz sonrisa del poeta se exusan de no saber escribir como el y asi dejan a los tontos dedos de risa que vaguen por la melena de una fria virgen enlutada y enlacada que refleja la mirada de los niños. Esos que viven el los edificios del miedo por los que vago pensando si te vere mañana.

El vino sento como un bocado a mi conciencia y no me deja decir que puedo hacer con tantas espinas en mis brazos, pero derrepente aquel loto que danzaba en el cielo se habre y deja salir un beso escondido que derrota a los jinetes que recorren mis venas.

Muerte, compañera incansable que me espera bajo la sombra de una parra para abrir sus tersas alas.

Peste, degradante liturgia visceral. Sincera caminante que dicta elo destino de los que no se a treven a ser lo que son. Cuantos angeles habran caido en tus fuegos fatuos y cauntos martires se habran librado?

Guerra, dispuesta a todo, como la voz que maneja mi cabeza. Verdad constante que anima al valle.

continuara...