-¡Estáis locos!
-Pero la pasamos bien sin necesidad de ir al fútbol.
-Bueno, bueno... Calma.

Esa conversación llevaban tres, aparentemente amigos, que tomaban café con leche en la mesa de al lado. Como no tenía otra cosa en que ocuparme, hice como que leía el periódico, la sección deportiva, y me puse a escuchar.

-¡Qué puede importarle a la gente lo que le preocupaba a ese tal Lucas en 1522! –dijo el de la corbata más roja, el que les había llamado locos.
-Ese tal Lucas es nada menos que Lucas Cranach el Viejo, y su preocupación era Eva ¿te das cuenta? –eso dijo el del traje más gris

Los tres vestían de gris y corbata roja, así que dejé de mirarlos y los seguí distinguiendo sólo por sus distintos tonos de voz. Además, no quería perderme nada y quizá hubieran disminuido las voces de haberse dado cuenta que les escuchaba.

-¿Le preocupaba Eva? ¿Quién era Eva?
-¿Se lo contamos o no?
-Cuéntaselo.
-Mira, sabes que nos gusta husmear, en todos los museos, en los sótanos de los museos; en todas las bibliotecas, en los sótanos de las bibliotecas; en las casa viejas, en muchos países, en ciudades y pueblos...
-Eso ya lo sé, por eso no vais al fútbol.
-Pues encontramos parte de las notas del pintor Cranach, probablemente parte de una carta que mandaría a algún otro pintor, a un amigo, quizá a la modelo que le sirvió de Eva.
-Y le confiaba su preocupación: no estaba seguro que una manzana fuera suficiente, necesitaba poner otra ¿pero dónde?
-Sí, ¿dónde?
-Bueno, sabemos, pues así se ve en el cuadro, que le puso a Eva una manzana en la mano derecha y otra en la izquierda; la de la mano derecha es la que toma Adán.
-La de la mano izquierda la esconde detrás de su cuerpo desnudo.
-Anda, que no vais al fútbol pero os la pasáis en la pura porno. Para mí está claro que ese tal Lucas quería poner dos manzanas para que comieran los dos, y ella se esconde la suya para que el Adán ese no se la coma también. Vamos que no sé qué es lo que os preocupa.
-No vale la pena seguirle.
-Vamos a dejarlo aquí.
-Creo que será lo mejor. Desde que os fuisteis del pueblo para estudiar en el seminario y luego lo dejasteis por meteros en el arte, os encuentro cada verano más raros, la verdad… Os propongo dar la vuelta como antes, para que veáis lo nuevo de este año, porque, eso sí, con o sin vuestro arte nuestro pueblo progresa, ya lo veréis.

Se levantaron y se alejaron del café de la estación. Yo tomé el tren que ya estaba entrando por el andén dos.