Hace algún tiempo la intensidad se me escapó de la piel. No la encuentro. La busco como si fuera aire, porque de vivir se me disfraza. Viene en un momento a verme, dando explicaciones de que estaba ocupada, en otro sitio, atendiendo otras necesidades. Pero ¿y yo? ¿Acaso no necesito ser intensa?, Es que ya olvidé amar, querer, sufrir y llorar... enamorarse es para mi una misión cumplida y fracasada. Ganar en el azar parece más sencillo que encontrarla. Y mientras aquí todo está sucio, las colisiones de los escombros de mi frescura están golpeándome. Hacen crecer esta añoranza. Aun no es tiempo de guardar luto por tanto silencio, por tanta falacia. Pero no me queda mas remedio que mentirme, improvisando situaciones que me descoloquen, me hagan sentir especial, que me conviertan en lo que no soy. Me miro al espejo y lloro, quiero trizarme el alma. Recoger un puñado de tierra y lanzarlo a mi presente, para regarlo con esas lágrimas que brotan sin control y tapar todo con una selva imposible de abordar e invadir. Mi privado secreto, lo más alegórico de mi tiempo. Anhelo tras las cortinas que me tome una ráfaga de su recuerdo y me traiga en un aliento la frescura del mar que no estremeció al amor… y ahora la intensidad viene, con el antifaz de su nombre, de su pecho y su recuerdo. Ya es tarde, mi reloj se descompuso, el pasado está después del futuro, tanta batalla por proyectos absurdos se deshizo en los labios, se aguaron las torres y las alas del renacer… soy por el mismo tiempo lo que fui, y hace tanto que no soy. Quizá la intensidad anda flotando como pompas de jabón transparente y sucio a través de mi cuerpo, sin se capaz de tocar una parte de mi existencia, y vuelvo a ser otra loca más, absurda y descontrolada, destinada a vagar pareciendo princesa, y teniendo corazón de bruja. Hace un tiempo la intensidad se escapó de mi piel, el papel de la pócima se escapó entre el viento y las olas, tengo sólo marcas de los agujeros que me deja cada noche el sudor frío por perder mi propio rastro, buscando el día en que mi vuelo dejó de gozar del cielo. |