Ellas se aman
Isabel y Ana son dos mujeres totalmente diferentes, pero a la vez tienen tantas cosas en común desde hace algún tiempo. Viven juntas, trabajan en el mismo lugar y aun así eran totalmente indiferentes la una de la otra, a veces hasta sentían el odio latir dentro de sí, no se soportaban.
Se cumplió eso que dice "del odio al amor hay un paso". Un día al amanecer Ana salió del cuarto aun con los ojos entrecerrados, vió a Isabel recien despertada con sus cabellos despeinados y tremendas fachas, ella tomaba su café como siempre, pero la notaba diferente, hoy percibía una chispa en esa mujer, no sabía que era... le llamaban la atención esas prominentes mejillas, esos ojos negros o quizá era esa sonrisota que la saludaba, luego escuchó esa voz cantar, antes sus oídos habían clasificado ese sonido como horrible, hoy sonaba a música clásica.
Ana por su parte comenzó a cambiar su trato con Isabel, a ser más tolerante con sus loqueras, a soportar su música que le aburria y su forma de desvelarse por escribir de noche. Además de eso, ya no hacia comentario alguno por los peinados ridículos que usaba, por su comida que le resultaba fatal y por el tremendo desorden que hacía.
Isabel comenzó a notar cualidades en Ana, le pareció inteligente (aunque de sobra sabía que era pura apariencia), su vanidad la comenzó a sobrellevar y es que se levantaba dos horas antes de ir al trabajo para maquillarse y checar que su ropa luciera bien, su vanalidad le resultó interesante.
Pues bien, un día de pronto comenzó el coqueteo en ambas. Isabel con su naturalidad acariciaba su cabello, Ana más calculadora alzaba sus cejas esperando una reacción. Se comenzaron a amar, tenían ese amor lindo que cambiaba el día en ellas, la risas y alegría eran su constante.
Isabel tenía claro que el amor llega de pronto y no pretendería alejarse por cuestiones de edad, de religión, de distancias o de sexo. A Ana por su parte le costó trabajo aceptarlo, odiaba las complicaciones y sentía que eso las tendría, pero no pudo resistir.
Isabel con toda su ternura y dulzura quería gritarlo y decirle a sus seres queridos, pero... lo pensó sabía que de externarlo la mandarían con un psicólogo, que tontera ¿Se había enamorado de Ana?.
Ana no necesitaba contarle a nadie, total era su decisión, con que ella supiera bastaba.
Sus días de felicidad juntas comenzaron a ser muy especiales, Ana sorprendía a Isa con un café en las mañanas, Isabel hacía lo mismo con un disco de trova o con una canción desafinada acompañada de movimientos graciosos que provocaban una tremenda carcajada. Las salidas juntas a pasear eran inolvidables, luego seguían los atardeceres y las estrellas o un poco de vino, muuuuy poco porque Isabel se marea con tremenda facilidad y a Ana sólo le queda comprender.
¡Cielos! a la hora de dormir si que hubo cambios, Isa dejó de patear y se sentía acompañada, cuando Ana despertaba en las noches la descubría con toda su frágilidad y se levantaba a taparla y a veces hasta ponerle calcetines en sus pies que se congelan más rápido que el agua en el congelador.
Suena el despertador, las dos sonríen, se aman tiernamente, aspiran el aire de la mañana , pero aun tienen un sueño compartido, esperan que un día el ser amado las despierte con un beso y una caricia, que les diga HOLA AMOR, ¿Cómo durmió mi Ana Isabel?, entonces las dos, que en realidad son una...sonreiran y diran ... " excelente mi amor".
Isabel Merino
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