Todavía recuerdo ese día en el que nos conocimos. Tal vez fue una casualidad, tal vez fueron cuestiones del destino que es tan caprichoso. Una amiga mía a la recuerdo con mucho cariño nos presentó, ella te conoció una tarde solitaria y nos acercó una mañana llena de gente, rodeados de otros amigos bajo ese árbol que ha escuchado tantas conversaciones, tantas lágrimas y tantas alegrías.
Alto, delgado y con expresión noble... así eras y espero que así sigas siendo.
Tus labios se abrieron para decirme tu nombre, escondido tras una sonrisa tímida, esa sonrisa que todos esbozamos a las personas que todavía no conocemos pero que esperamos llegar a conocer mejor.
Desde ese día caminamos juntos por la escuela muchas veces, platicando, sonriendo, tratando de encontrarle respuesta a nuestras incógnitas, riendo, murmurando... casi puedo recordar todas nuestras pláticas, siempre teníamos algo que decirnos, algo que sentir.
Así pasaron los días, cual interminables gotas de lluvia que nunca parecen tener fin, pero que inevitablemente lo tienen.
¿Recuerdas nuestro primer baile juntos? ¿Recuerdas las notas que te dejaba en tus libros? ¿Recuerdas nuestros pequeños detalles? Espero que sí, porque cuando yo lo hago simplemente esbozo una sonrisa en mis labios, porque sé que nadie comprendería su razón de ser.
Hay un recuerdo que a veces tiene en mí el mismo efecto que produjo cuando me lo dijiste. Tenías planes de salir del país, de viajar, de conocer otros mundos y yo no podría estar contigo para hacerlo; todo mi cuerpo se estremeció de tan solo escucharte y todavía me estremece de tan solo recordarlo.
Una soleada mañana llegó ese día que tenía que llegar... la despedida.
Nuestros ojos se llenaban de lágrimas, tímidas que no querían salir por temor a que tú te entristecieras con esta despedida que esperabamos que no fuera tan triste... y por temor a que yo me sintiera más triste de lo que ya me sentía.
Pienso que quedaron muchas cosas sin decir, muchas pláticar sin tener y muchos recuerdos sin crear.
Hace 2 años que nos volvimos a ver. Estabas tan diferente, aunque yo también ya había cambiado. Pero nuestra esencia seguía igual...
Nos hemos visto tan esporádicamente, que parece que solo nos hemos de ver cada mil años (aunque realmente son mucho menos)
Donde quiera que te encuentres, lo que quiera que estés haciendo y lo que te depara el futuro... sabes que en mí siempre podrás encontrar a esa amiga de la que te despediste aquella mañana bajo ese árbol que con su sombra nos cubrió tantas mañanas y tantas tardes.
Te deseo lo mejor, hoy y siempre.
Te quiero mucho.
Para Ducky, de su "chupitos" |