Mi único pensamiento desde que salí de la nube era encontarte.
No sé que hora es, tantos años de encierro y obscuridad me tiene obsoleta de la realidad. Estoy ansiosa, es algo así como volver a nacer. Tengo miedo de que así como desaparecí del mundo por un tiempo, este ya no me quiera de vuelta....debo confesarte que tengo el mismo miedo contigo.
Se abre el pasillo que tantas veces me vio caer y también reír. Lo malo es que lo conocía hasta la mitad, pero ahora por primera vez pude divisarlo completamente hasta ver la luz.
No recordaba que tan verdes eran los pastos, que tan amarillas las micros, que tan triste va la gente día a día. Más que nada, decidí salir por tí. El verte llorar todas las noches por mí ya era insoportable. Yo aún te quería, quería tus besos, tus caricias, tu amor.
Mientras recorría nuestro barrio miraba a los vecinos; entendía perfectamente que no me reconocieran, ni me miraran, pero sabía que tú lo harías. No Fue necesario tocar la puerta de tu casa, estaba abierta, como si supieras que vendría. Subí a tu alcoba y estabas tú, tan bello como siempre durmiendo como en uno de tus mejores sueños. Me senté al lado tuyo, y tú no despertabas. ¿Te acuerdas que nos conocimos en el resbalín de la plaza central, te decia?..Y tú sin abrir los ojos sonreías. No me cabía duda que sabías que estaba ahí, pero yo no podía sentirte. La lluvia azotó con fuerzas tu ventana..hacía frío...demasiado para la estación...no despertabas.
Yo no me cansaba, me di cuenta que algo extraño sucedía. En mi reloj la hora no avanzaba, el dïa siempre era dïa y mis manos no sentían el roce de las tuyas. Temblé....podía hacerlo?
Demasiado tarde, yo ya no podía estar contigo aunque lo desearas con toda tu alma.
Te hice daño, me terminé de matar. Prometí nunca más volver a molestarte, pero te confesé que nunca más amaría a nadie como lo hago por tí...y que te cuidaré eternamente...así es...eternamente...
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