Recuerdo la despedida de mi última carta: “tu hermano, jamás mentor. (Tu vida es tuya). Isi) y no me retracto de ello. Me dices que te dejo como maestro, cosa que nunca fui, y lo sabes, por que nos tomamos este asunto como un juego. El caso es que hoy si quiero actuar como un maestro (Ya quisiera yo ser tan sabio)
El caso es que si realmente fuera tu maestro este sería el momento de dejar que andes tu propio camino. Aunque, como siempre, me permito el lujo de darte un par de consejos. (Que solo tu tienes que decidir si seguir o no).
Lo primero que quiero decirte es que intentes, por todos los medios, ser tu mismo. Disfrutar del camino sin querer llegar a la meta. El camino, hermano, es la meta. Esto es una tarea complicada con la cual todos soñamos y solo unos pocos afortunados son capaces de llevar a cabo. La mayoría de nosotros solo somos buscadores.
Sigue tu propio camino, sin interferir en ningún otro y sin dejar que interfieran en el tuyo. Este lo puedes recorrer con otras personas, pero recuerda: Siempre habrá alguna despedida. Aprende a dejarlas atrás y a no intentar retener lo que no se debe retener: Las personas que quieres. (Amar es desear lo mejor a la persona amada. Contigo o sin ti)
Lo segundo que quiero decirte es que busques la verdad por encima de todo. No la verdad que está escrita en los libros, ni la de tus padres, ni la verdad de un confidente o amigo, no. Lo que quiero es que busques TU VERDAD, que actúes en consecuencia y que la honestidad guíe tus pasos destapando la mentira. Huyendo de ella. Incluso de la mentira piadosa que, en definitiva, es una mentira igual de dañina (O incluso peor) que las mentiras disparadas para el beneficio propio.
Sabes que esto no es una despedida. Al contrario. Es recorrer una parte de ese camino aprendiendo juntos, tropezando y levantándonos de nuevo.
Esta será la prueba. Pero es la prueba de ambos. La del mundo entero. Si todo esto fuera el camino a recorrer para la humanidad imagínate cual sería la meta.
Tu hermano.
Isi.
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