"Bueno vamos a divertirnos" dice Andrés. De sus recovecos saca un perrito que lo había comprado en la feria. Lo pone en la mesa de trabajo donde estamos todos, y nos dice en un tono ruiseño ahora vamos a divertirnos. Hagamos un cuento de ficción. Supongamos que este perrito es de verdad, que tiene una historia y es digna de ser contada. Como todo cuento , lo que se les pide que tenga un comienzo, un desarrollo y un final. Veamos que sale.
La calle estaba oscura, llovía y que no llovía, el tiempo no sabía que hacer. Un farol se encendía y se apagaba al final de la cuadra meciéndose con el viento como si de una mano se tratara.
La calle estaba oscura, llovía y que no llovía, el tiempo no sabía que hacer. Un farol se encendía y se apagaba al final de la cuadra meciéndose con el viento como si de una mano se tratara.
El niño dormía placidamente en su cama al reparo de toda inclemencia. La veladora siempre estaba encendida, pues así el sueño se hacía más plácido caso contrario el niño sufría de pesadillas.
Pasada la medianoche, la veladora junto al farol se encendía y apagaba en forma intermitente.
"Toc, toc" se escucho, y el niño en su dormir comenzó a moverse y saltar.
"Mama, mama", el grito del niño como un ahogo lejano se hizo sentir. La madre se levantó rápidamente y acudio en ayuda de su hijo.
Le llamó la atención que el cuarto estuviese oscuro al momento de abrir la puerta. La veladora estaba en su sitio pero apagada, la cama desecha se encontraba. El niño no estaba.
La madre miró la ventana que da a la calle, y vio el alcantarillado que daba enfrente a su casa una luz roja parpadeante parecía surgir del mismo cuando se apagó en forma repentina.
La madre pensó "debo estar imaginándome", al ver esa luz pero lo que realmente se preguntó es "¿Donde esta Fortunato?". Al apagarse la veladora, Pildorita, que era el terror mas oculto del niño, se había hecho presente llevándolo a su guarida, donde el alcantarillado se iluminó con esa luz roja. |