Era verano. El calor estaba agobiante en la ciudad. Mediodía. El sol caía a pique. No había un alma a esta hora. La ciudad parece fantasma, no se veía pasar un vehículo. Era la hora de la siesta. Los pocos que caminaban parecían sonámbulos en busca de una sombra donde cobijarse. Aca todo el mundo se levantaba temprano para que el sol, no los tomase desprevenidos. había un vehículo rojo frente a la lavandería de la cuadra, otro verde estacionado bajo un árbol, en la puerta de los Martínez.
El niño jugaba con la pelota de trapo sobre la calle sin pavimentar.
Bajo el alero del barbero del barrio, una anciana se mecía en su reposera. En su regazo dormía el periódico del pueblo, el único que había. Es un pueblo chico perdido en la inmensidad del vacío. Las moscas revoloteaban en la cabeza de la anciana, que ella inmutable seguía dormida.
Un viento fuerte proveniente del norte atizó la calle principal del pueblo, y se levantó un remolino en el medio. Los carteles que pendían alrededor de los pocos comercios allí existentes se comenzaron a mover como si una mano invisible jugara con ellos. A lo lejos sonó un trueno, que hizo trepidar la ventana de puestero. De repente el cielo se tornó gris, oscuro. El viento soplaba con más fuerza, los pocos que a esa hora se animaban a salir, se cobijaban donde podían. Sus ojos los tenían medio tapados.
El del carrito de los helados que hasta ese momento había estado sentado a la sombra del único árbol mas añejo del pueblo, que estaba en medio de la plaza, la única que el pueblo poseía se tomo con sus brazos al poste de teléfono que estaba en la acera. Las hojas de un diario perdido revolotearon como una danza sin fin a medio metro del suelo.
Comenzó un trepidar que venía de lejos y se acercaba muy rápidamente. Los aldeanos, asustados se tomaron de donde podían. Los postigos de las casas se abrieron y cerraron.
Normalmente las casas mantenían las puertas sin llaves dado que todos conocían a todos. Los que estaban a reparo en sus casas, se aprontaron a la tormenta que los asolaba.
Comenzaron los relámpagos, y el cielo se descargo sobre esas pocas almas que todavía no habían logrado cobijarse. El trepidar cada vez era mas fuerte. La montaña que daba al final de la calle se comenzó a desdibujar. Comenzó como un granizo, pero luego se convirtó en una barrera de agua que caía de costado.
Nunca llovía en el pueblo, éste estaba en medio de un yermo salado y sin vida. La gente asustada se metían en los pocos comercios que a esa hora estaban abiertos. Nunca habían presenciado una tormenta igual, no existían precedentes. Por el sur a lo lejos bien lejos, comenzó a perfilarse un tornado.
El pueblo fluía a travez de la calle principal donde hasta ese momento, el niño jugaba con su pelota de trapo. La calle rodeba la plaza, la única del pueblo. y seguía su recorrido recto terminando en la montaña del norte.
Alrededor de la plaza estaba el ayuntamiento, por un lado en la esquina que daba contra el mercado. En cruz con el ayuntamiento estaba la catedral, así le dicían los pocos aldeanos que en ese lugar alejado de la mano de dios. Enfrente al mercado, costado del ayuntamiento estaba la única comisaría, si a eso se le podía llamar comisaría. En la puerta estaba el coche del comisario, y el del ayudante. El único árbol añejo estaba en el centro de la plaza, y ahí confluían 4 caminos, también sin pavimentar a cada punta de la plaza. Frente al ayuntamiento en la esquina que daba al mercado estaba el único médico del pueblo, y pegado al ayuntamiento el único diario del pueblo, que como noticia más importante era cuando fallecía alguien.
El pueblo se extendía al costado de la calle, pero no más de 4 cuadras para un lado y 3 para el otro. 2 cuadras al norte de la plaza y 5 al sur. Todo eso es su tamaño.
Al sur del mismo, había un desierto yermo. Al norte la única montaña que tapaba la vista, más allá del horizonte. Los techos de las casas periféricas se comenzaron a levantar, y el granero sufrió el daño mas importante. El tanque que abastecía el pueblo 2 kms al norte sobre la montaña , por acción del viento se cayó.
Llovía en Villa Esperanza. |