Era un camino serpenteante entre las colinas del descampado, adelante el camino giraba a la derecha y se perdía en entre dos cerros. Atrás dejaba el caserío que había pernoctado la noche anterior. Conmigo viajaba como muda compañía, mi valija y mi sombrero de paja que me cubría del sol del campo.
El camino era de piedra y cada paso que hacía levantaba el polvo acumulado en él.
El horizonte a lo lejos a mi costado se perfilaba azul, eran los Cerros de San Nicolás. Del otro se perfilaba el arroyito con el mismo nombre que el pueblo que pernocté.
Si uno se quedaba quieto en la mañana tempranera se sentía el murmurar del agua al pasar los cantaros sobre el puente que dividía la entrada al caserío con los campos despoblados de Don Torcuato.
Ese era el nombre de la estancia lindera al caserío. Quien fue Don Torcuato, solo el tiempo y la historia del lugar lo dirá. Unos dicen que Don Torcuato era un tano que allá por 1900 se vino de su Italia natal y se caso con una criolla de la zona, otros no saben su procedencia, pero si dicen que fue el que levantó una iglesia, en honor una plegaria hecha.
Dicen la gente del lugar, que cuando Don Torcuato vivía, el caserío tenía vida, pero luego su descendencia migró para otros lugares. Ahora lo que queda de él, son algunas tapias que apenas logran mantenerse en pie, el herrero, 2 o 3 casas dispersas, la casa de citas y el cura. Ahh, me olvidaba esta el puestero, una especie de almacén, bar, y salón de reuniones para los pocos que se animan a salir de noche.
Las malas lenguas dicen que el puestero, buena ficha resultó ser, en su época de mozo, tuvo un altercado con uno de los hijos de Don Torcuato por una moza del lugar, y se trenzaron con cuchillos. El puestero mató al hijo mayor de Don Torcuato, dicen ser que fue por amor, y éste lo mando matar.
También dicen que pasó vagando por los Cerros de San Nicolás, que estaba mal del coco. La cuestión es que lo del puestero solo quedó ese nombre.
El cura, fue toda una historia, dicen que el anciano de unos 80 años, que vivía en la iglesia, era hijo de Don Torcuato, y que se convirtió en fraile a razón de la pérdida de un gran amor, por una enfermedad. No se sabe si realmente no fue el cura, el que se peleó con el puestero.
La casa de citas, era en las épocas de don Torcuato donde vivía el puestero.
Los perros, caballos y vacas andaban por el caserío como los pocos aldeanos que allí vivían.
Don Torcuato era el lugar donde dormí anoche en lo del puestero. Ahora sigo andando por los caminos de Dios.
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