Para la época de Navidad, las ilusiones de los niños, toman un giro ascendente, el cual les acrecenta e inflama la imaginación. Un dia 5 de enero, vispera de el dia de los Reyes Magos, un niñito, entre los miles que habitan la isla del encanto, se fue a la cama mas temprano que de costumbre, con una idea fija en su mente: El deseaba ver los Reyes Magos. Las horas de esa noche, se le hacían interminables, y mas que un placer, era una agonía, por lo prolongada de la espera. Poco a poco, el sueño le venció, y pasadas varias horas, despertó sobresaltado e impulsado por la idea que le rondaba en la mente. Al abrir los hojos en la tenue luz del dormitorio, vió realmente de acuerdo a su imaginación, nada mas y nada menos que un camello. Pero, ¿dónde estarán los Reyes?, se preguntaba él. ¿Será que están cojiendo algo de la nevera? ¡Si papá los coje! ¡Que pinche! Continuó su vigilia, y sus ojos se le pusieron del grande del de los caballitos de madera en las machinas, de tanto forzar la vista en la obscuridad. Otra vez el sueño le venció, y pasado el implacable trotar del tiempo, despertó y buscó lo que anhelaba, pero..... Allí estaba el "dichoso"camello, pero los Reyes no. Ëstos Reyes son unos comelones"decía. A lo mejor se fueron al baño...no, quizá se durmieron en la sala, después de tanto "camellar". Cavilando y cavilando, quedó ésta vez profundamente dormido, y no fue hasta el amanecer, que pudo despertar y ver junto a sus bonitos obsequios, la caja de hierba vacía, y una tabla de planchar abierta al frente del pié de su cama, con un bulto de ropa colocado en el medio de ésta, la cual venía a ser el camello y joroba que su imaginación forjó, y que le atormentó toda la víspera del dia de Reyes.