Me senté en la butaca y contemplé mi obra. Mañana la recogerían para llevarla al museo. Era la última pieza de la magnífica exposición tan esperada por los amantes del arte. Creo que me estaba enamorando locamente de ella. Los ojos parecían haberse pegado en sus trazos. Sin duda era una pintura preciosa, fantástica. Elegí nombrarla “Arco Iris despuntado ligeramente a la derecha. Muy original por cierto. La última capa estaba fresca todavía, así que abrí un poco la ventana. Siempre había esperado este momento, era la ilusión de mi vida montar una exposición. Normalmente sacaba al público algún cuadro suelto, pero nunca una colección entera.

Toc toc

-¿Sí?

-Hola.

-¿Ya has llegado? Espera un momento, se está terminando de secar. Iré a por unas cajas que tengo por ahí.

-Espera.

-¿Qué quieres? ¿No te gusta?

-No pondrán tu exposición mañana.

-¿Hay otro evento más importante? ¿Los Reyes no pueden asistir?

-No, no es por eso. Estás muerto.

-¿Qué estoy cómo?

-Eso dice el periódico. Tu entierro fue hace minutos, salió en televisión, lo están anunciando a bombo y platillo y tú familia ha reconocido el cadáver. Han saboteado tu carrera. Es el fin.

-¿Q-q-qué dices?

-Me voy, no quiero que me vean hablando con fantasmas.