Nadie pensó que ese niño que recogió una princesa en una canasta que flotaba en el Nilo, y que educaron esmeradamente dentro de la corte del Faraón, crecería y se volvería un ser pensante, porque tal vez, si lo hubiesen sospechado, la canastita hubiera seguido el curso de las aguas y se hubiera perdido al desembocar en el Mare Nostrum.
Nadie pensó que ese niño de origen israelita, al ser adulto, vería las injusticias que cometían con su pueblo reducido a la esclavitud, y trataría de sacarlo de Egipto, en busca de la tierra que Dios les habían prometido, porque si lo hubiesen pensado, el Faraón habría sometido aún más al pueblo y jamás les habría permitido alejarse ni un metro de sus casas.
Nadie pensó que algunos tendrían miedo e indecisión y otros estarían dispuestos a partir cuanto antes, siguiendo a quien que los guiaría hasta Palestina, porque si hubiese previsto eso, el líder ni siquiera hubiese hecho una consulta con los jefes de las tribus y se hubiese ido solo.
Nadie pensó que lo que se presentaba como un viaje duro, pero no demasiado largo, duraría cuarenta años. Porque si lo hubiesen supuesto, más de uno hubiese preferido quedarse pasándolo mal en Egipto en vez de pasarlo peor en el desierto.
Nadie pensó que serían amparados por un resplandor o nube de fuego que los cubriría de la vista de los egipcios, porque si éstos lo hubieran supuesto no se habrían arriesgado a seguirlos por el desierto.
Nadie pensó que al llegar a la orilla del Mar Rojo encontrarían la forma de cruzarlo milagrosamente al separarse las aguas, y que se cerrarían al entrar al pasadizo las huestes faraónicas, quedando bajo el mar todo el poderío armado. Porque si lo hubiesen pensado no se habrían hecho problema por ser perseguidos.
Nadie pensó que faltaría la comida. Pero Dios lo solucionó mandando el maná que dicen que tenía sabor a lo que ellos deseaban comer. Pero al tener las cosas solucionadas, el pueblo, que siempre busca pelos en…el maná, no estuvo conforme y comenzó a quejarse. El líder comenzaba a pensar que si lo hubiese sospechado…habría partido solo en busca de eretz Israel.
Moisés no pensó que su hermano aceptaría que el pueblo adorara un becerro de oro, mientras él recibía las Tablas de la Ley. Porque si lo hubiese pensado, probablemente habría hecho como San Martín, y les habría pedido las joyas a las mujeres antes de subir al monte Sinaí, para prevenir cualquier acto de idolatría.
Tampoco pensaron que, una vez con las Tablas de la Ley en su poder, los ex-esclavos comenzaron a sentirse sojuzgados nuevamente, pero esta vez por los mandamientos de la Ley de Dios, porque las costumbres eran bastante libres y eso de cumplirlos …no acababa de convencerlos.
Y por fin cuando llegaron a la Tierra prometida y después de penurias, maná, Mar Rojo, desierto y otras yerbas, creyeron que por fin estarían en un lugar definitivo, se dieron con la ingrata situación de que palestinos e israelitas son líquidos no miscibles. Situación que se ha mantenido a través de los años, haciendo que las luchas sigan, sigan y sigan, cosa que es casi peor que los cuarenta años en el desierto.
Si Moisés hubiera sospechado todo eso, quizás el mismo se habría tirado al Nilo desde la canastita homónima.
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