SOLEDAD

Te amo cuando llegas.
Mis brazos se abren para recibirte. Vienes a devolverme ese yo mío sofocado por el yo de los otros.
Bebo con avidez de tu copa que sabe a néctar y es bálsamo para mis heridas.
Soy feliz envuelto en tus tules de silencio. Me siento libre.

Cuando estás conmigo durante demasido tiempo comienzo a odiarte. Me molesta tu presencia que abruma y duele. Deseo que desaparezcas apenas me encuentro envidiando las sonrisas, la complicidad de las miradas, el placer compartido de los otros.

Ya no te soporto. En vano trato de asustarte con la bulla, con una actividad compulsiva, pero tu sigues arrellanada en mi sillón preferido, con aire de ser la dueña absoluta de mi vida.

Cuando por fin te vas y veo que te alejas no te detengo, por lo contrario, suspiro aliviado y cierro bien la puerta. Olvido en un instante el alivio de tu abrazo, el calor de tu silencio ,lo que me hizo amarte cuando llegaste.
Nunca más te dejaré varcar mi puerta me digo, pero algo en mi interior rie sabiendo que con toda probabilidad empezaré a invocarte en poco tiempo.