Solía observarte sin importar quién fueras,
Hasta el momento en que te vi sonreír
y con un cruce de miradas
de mis pensamientos te volviste dueño
y mi corazón me exigió saber de ti.
Hoy,
Finalmente sé tu nombre, ¡Sólo eso sé de ti!
Es difícil entender a estos ojos necios, que
Rebuscan tu presencia en todos lados...
No puedo negar que los tienes cautivados
A pesar de que jamás los has podido contemplar.
Nada hace que el corazón cambie de opinión, una vez que
Decide crear una ilusión, ni un grito de la razón desesperada
O el hecho de que tú, no sepas ni quién soy...
Texto agregado el 26-05-2005, y leído por 838
visitantes. (1 voto)