Una hormiguita que carga una pesadísima hojita de laurel se ha alejado del sendero por el que transitan sus compañeras. Al pasar por debajo de un hermoso rosal se topa con otra hormiga mayor que ella, y se suscita el siguiente diálogo:
-Que suerte que te encontré, andaba perdida con ésta hoja de laurel a cuestas y no veía a nadie de mi especie, ¿qué hacés por aquí?
-Paseaba un poco... disfrutando del día... responde la mayor.
-¡Ay que lindo, pasear!, esperá que bajo un poco la hojita para descansar y charlamos un ratito, ¿cómo te llamás?
-No tengo nombre, hormiga nomás, pero soy conocida como la Hormiga Viajera...
-¿Hormiga Viajera?, ¿No me digas que VOS sos la famosa Hormiguita Viajera…? ¿Si ...? ¡Ay me desmayo!... no te puedo..., dice la hormiguita con los ojos muy abiertos y remarcando cada palabra con tono de asombro.
-Bueno, bueno, tanto como famosa... todo empezó hace muchos años, cuando yo era joven como vos, y me seleccionaron como modelo para un cuento. De cualquier forma me queda lo de viajera, porque lo de hormiguita ya pasó.
-¡Pero es emocionante! jamás pensé que llegaría a conocerte, cuando lo cuente en el hormiguero no ve van a creer...
-Mirá, mejor que no te crean, yo tengo mala prensa en el ambiente de los hormigueros.
-¿No me digas?, será por envidia, pero igual no lo creo. A ver, contame, contame... ¿cómo fue que te hiciste viajera?, interroga ansiosamente la hormiguita.
-Bueno, que te puedo decir... fue hace mucho tiempo. Creo que tomé conciencia de lo abusivo que es nuestro contrato de trabajo, por llamarlo de alguna manera. Ocurrió que venía con la lengua afuera, así como vos ahora, cargando un trozo de azúcar treinta veces mas pesado que yo, cuando vi a la cigarra que estaba cantando tirada panza arriba debajo de una planta de alelí. Al pasar me dijo, socarrona:
-¡chau esclavacha!
Me paré, bajé mi carga al suelo, y la encaré:
-¿qué dijiste vos?.., le pregunté muy seria.
-
Dije, chau esclavacha, repitió con cara de nada.
Sentí mucha indignación y le respondí según las enseñanzas que había recibido en el hormiguero:
-Mirá cigarra irresponsable, yo hago esto porque tengo espíritu de solidaridad con mi especie, acumulo comida para cuando llegue el invierno, entonces todas estaremos alimentadas y abrigadas en casa, mientras vos, que no hacés nada, te vas a morir de frío y de hambre.
Para mi sorpresa, la cigarra en lugar de alarmarse, largó una risotada y contestó:
-Escuchame forra, yo puedo llegar a morirme de hambre, cosa que dudo porque tengo mis yeites, pero por lo menos viví un verano. Vos y todas ustedes, no viven, solamente duran. Trabajan y trabajan, y no por espíritu de solidaridad, sino porque en caso contrario las hormigas guerreras, policías o como se llamen, las cagan a palos. Y todo eso para que la hormiga reina, sus amiguitos y su ejército la pasen de primera... ¿No te das cuenta que te melonearon con el verso capitalista?, ¡boludita!... Andá, andá, cargá el azúcar y ponete en la fila de la gilada, pavota
Y dicho esto, siguió cantando lo más pancha. Bastante humillada, volví a cargar el azúcar y me fui pensando lo que había dicho la cigarra. Y así pensando, pensando, me pasé del hormiguero y llegué hasta el aeropuerto. Ahí seguí pensando y al fin me decidí. Tiré el azúcar a la mierda, y me subí a un Jumbo de United, que me llevó a la Costa Azul. Allá cambió todo para mí. ¡Además, ni te imaginás como la pasé...!
-Increíble, ¡terrorífico!, se emocionó la hormiguita joven. Y decime, ¿a la cigarra aquella no la volviste a ver?
-No, pero meses mas tarde, en las islas Hawai conocí a otra y tuvimos un affaire maravilloso. Vos sabés..., Honolulu es un lugar ideal para eso...
-¿Ay, no me digas?, ¡el mar, las palmeras... que romántico!...suspiró la joven, y repentinamente seria preguntó,
-¿Pero cómo... no es que las relaciones entre especies diferentes están prohibidas?
-¡Puras pavadas!, se rió la viajera, ridiculeces que hacen correr esas hormigas malhumoradas y resentidas, las Malco. Yo anduve con moscardones, bichitos de luz, chinches, pulgas, escarabajos, vaquitas de San Antonio y no se cuantos bichos más. Ahora estoy saliendo con un ciempiés, que en realidad debería llamarse cincuenta manos cincuenta pies. Vos no sabés las cosas que hace..., y agrega guiñando un ojo, ya te voy a contar. Lo que sonó fuerte y desató un terrible chusmerío, fue lo del elefante. Vos habrás oído aquello de “con paciencia y saliva”..., bueno, hubo algo, pero en realidad nunca se concretó.
-Ay ¡pobre Hormiguita Viajera! Me imagino que habrá sido por la tremenda desproporción, comenta la pequeña hormiga con cara de sufrimiento.
-Si, en parte, pero también tuvo que ver el nerviosismo y falta de pericia del gordo... y luego con los ojos entornados y una mirada lánguida agregó suspirando,
-Lo cierto es que, lamentablemente, no pudo ser...
-¡Ay como te envidio Hormiguita Viajera!, que vida emocionante la tuya. Ser famosa, viajar, conocer otros mundos, otras especies, vivir romances apasionados, no cargar mas cosas pesadas,... porque me imagino que ya no acarreás nada, ¿no?
-Bueno te diré, hace unos años en Atlantic City iba caminando con un piojo amigo, muy zarpado él, se daba hasta con Nopucid, cuando vi un sobrecito de plástico tirado con restos de azúcar adentro. Cuando la probé me di cuenta que no era azúcar. Me agarré un mambo de aquellos y terminé de fiesta con el piojo y otros tres bichos que ni se lo que eran...
-¡Ay que maravilla Hormiguita Viajera! ¡Una fiesta!, yo quise siempre ir a una fiesta, esas con baile, globitos, pitos y matracas, dijo la hormiguita joven aplaudiendo y dando pequeños saltitos
-Bueno, esta fue sin globitos, pitos hubo varios, ¡y que pitos!, no me hagas acordar, matraca fue lo que sobró, y el baile que me dieron casi me mata. Desde entonces, donde encuentro merca como esa, me acarreo toda la que puedo para el depósito. Inclusive estuve en la frontera con Bolivia pasando merca, ya sabés, contrabando hormiga. En fin, viajo a lo loca, y también distribuyo.
-Claro, claro... pero decime..., insistió la hormiguita joven, dubitativa, -Si no era azúcar..., ¿qué era aquello, talco?
-¡No mamita no, despertate!, era “blanca”, y de la buena, responde la Hormiga Viajera con cara de infinita paciencia.
-¿Blanca? ¿Y que es eso de blanca?
-Pero vos vivís en una burbuja, no sabés nada, de nada, se asombra la hormiga veterana, ¿cómo que no sabés lo que es la falopa?..., es... bueno dejá, no importa... pero ahora contame un poco de vos, ¿que hacés aparte de éste garrón de acarrear basura?
-Y yo... nada... ¿qué voy a hacer?, trabajo, trabajo y más trabajo, siempre lo mismo.
-¿Y no te gustaría cambiar?, salir de la rutina... viajar un poco.
-Claro que si, sería como un sueño, ¿pero que puedo hacer yo, si nunca salí del hormiguero? No se hacer nada...
-A ver dejame que te mire... dice la hormiga mayor observándola desde todos los ángulos, date vuelta un poquito,... y si... si querés, yo te puedo enseñar a hacer algo... En realidad, tengo de alumnas a otras hormiguitas como vos que ahora viven conmigo de pupilas. La pasan muy bien, están siempre limpitas y arregldas y no acarrean nada.
-¡Pero que suerte que tienen! aplaude la hormiguita, ¿y que hacen?
-En realidad, no mucho..., vida social, son cariñosas con mis amigos, los atienden y hacen que se sientan cómodos. Es una vida regalada y yo me ocupo de todo, buena casa, comida acumulada, protección. Porque no se si sabrás que yo estoy muy relacionada.
-Pero si tienen comida acumulada, es por que la acarrean... ¿no?
-¡No nena, no, que inocente que sos! Tengo unos bichitos canasto amigos que mejicanean. Yo les marco senderos de hormiguitas para que operen, les libero la zona y ellos me recompensan cuando vienen a visitar a las chicas, trayendo víveres y llenándonos la canasta. Ya los vas a conocer a fondo...
-¿Las visitan y les traen regalos?, ¡Pero que amorosos! La verdad, Hormiguita Viajera, me estás abriendo los ojos a un mundo nuevo y maravilloso, estoy encantada.
-Ya lo creo que te estoy abriendo los ojos. Y te prometo que si venís conmigo los vas a abrir mucho más. Se te van a saltar para afuera chiquita, sobretodo si te agarra el famoso Hormigón armado.
-Ay, Hormiguita Viajera, me da mucha pena, pero te voy a tener que dejar. Veo que las compañeras guerreras de mi hormiguero andan controlando y no quiero que me castiguen, pero, por favor, decime, donde te puedo encontrar.
-Mirá linda, buscame por las plantas de amapolas, de hierba, o por los puchos de porros, siempre ando por ahí, y si no preguntale a los mariposones que también los tengo asociados. Y, de paso, si entre los guardias esos que te vigilan tenés algunos amigos que se den o que quieran pasar un buen rato, traelos o mandámelos que después arreglamos.
-Bueno, adiós Hormiguita Viajera, fue hermoso encontrarte y escuchar tus historias maravillosas, me has devuelto la esperanza y me has llenado de ilusiones, volveremos a vernos, adiós, y de lejos sigue saludando -¡Adiós, adiós Hormiguita Viajera..!.
Mientras la mira alejarse con su hojita de laurel a cuestas, la Hormiga Viajera con una expresión de ternura en sus ojos, se jeringuea con un aguijón de mosquito inyectándose opio diluido en ácido lisérgico, y musita para si,
-¿Pero de donde salió ésta pendeja?, es mas boluda que Heidi...
Y un instante antes de sumirse en el estado de sopor que habitualmente precede a sus viajes, alcanza a filosofar:
-¡Cómo cambia una con la vida!..., pensar que hace años yo era así de tarada, menos mal que me privaticé a tiempo. Si ahora el viejo Constancio llegara a resucitar, seguro que ni me reconoce...
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