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Traición incompleta
Jorge Cortés Herce
Los médicos mencionan que el proyectil quedó alojado a milímetros del pericardio, es por eso que aún el cuerpo sigue con vida, pero también dicen que ya nada será igual. Es extraño que ante un hecho semejante, solamente hayan disparado una bala.
La historia del grupo de autoayuda surgió de un pasaje en mi temprana adolescencia. Mi madre y yo vivíamos casi en la miseria y mi padre nunca estuvo presente, hasta que vio muy de cerca la muerte, en un intento por lavar sus culpas, le pidió a mi madre que me llevara a su lado. Hasta ese día no me había sentido traicionado, la verdad es que la existencia de un padre, me tenía sin cuidado, pero cuando vi la cantidad de dinero que tenía aquel esqueleto viviente y la pobreza en que yo había sido criado, no pude menos que sentir un dolor muy racional. Mi venganza fue tan sutil e inocente, que me quedó grabada para siempre. Cuando colgué al cuello de aquel cuerpo indefenso, la cruz que había tejido “en cuadrado” con aquellas largas tiras de plástico que los muchachos de mi época comprábamos en la papelería, hizo un gesto parecido al asco, que no supe interpretar hasta que mi mamá me platicó de su vida de artista iconoclasta y de su vocación completamente atea. La redención tuvo sus frutos, pues desde entonces nuestra vida dejó de ser tan pesada y logré terminar mi carrera.
Aquel gesto permaneció en mi ánimo cuando comencé a recibir en terapia a los pacientes que, traicionados o traicioneros, acudían a la consulta en busca de algún sosiego. Cuando algún traicionero se acercaba buscando lavar sus culpas, mi tratamiento de choque consistía en enfrentarlo con su traicionado para provocar alguna forma de venganza por la víctima. Método poco ortodoxo, pero que fue ganando simpatía entre mi creciente población de pacientes.
Pasaron por mi consultorio toda clase de especimenes: desde jugadores de equipos de fútbol que traicionaron a la afición por dinero, mandatarios que traicionaron a su país por ignorancia y torpeza, lectores de un autor que dejó de crear por avaricia, clientes de abogados que fueron traicionados por formación profesional, curas que traicionaron a la fe por lujuria, escritores traicionados por colegas plagiarios, hasta un capo del narco que fue traicionado por su hermano, y casi le echan el guante, y un tipo que dice haber traicionado a sus correligionarios en un complot para matar a un senador. En fin, el abanico se vuelve casi circular.
La bala se quedará ahí, dicen que es más peligroso tratar de retirarla. Hay dolor, sí, un poco, pero dicen que pasará, la salida de la sala de terapia intensiva es de por sí un alivio, quién sabe que será peor, el dolor personal o lo que sucede vertiginoso en derredor.
Durante mucho tiempo, y gracias aquel pasaje de la muerte de mi padre, pensé que las venganzas debían ser proporcionales al tipo de afrenta recibida, pero conforme me daba cuenta de que el factor común de la traición, son los pecados capitales, comencé a modificar mis conceptos. Clasifiqué como verdadera traición, aquella situación en que quien falta a la lealtad, lo hace de manera irreversible, en mi nueva clasificación propuse la venganza verdadera como única solución a tal agravio. Creo que mis disertaciones en aquel texto que escribí sobre la culpa y el perdón, fueron malinterpretadas.
El grupo de autoayuda se formó como cualquier otro, y fundamentalmente con los que yo llamaba traicionados parciales. Uno de ellos, después de un tiempo de ausencia, y que parecía bastante recuperado, me esperó al final de la sesión, para increparme sobre la traición casi-completa que le inferí, al no diagnosticar correctamente una depresión profunda que lo había llevado a la auto mutilación y al intento de suicidio.
No me dio tiempo de defenderme, me disparó una sola vez en el pecho. Ahora me pregunto si la precisión milimétrica del disparo, tuvo que ver con lo que él llamó traición casi-completa.

Texto agregado el 26-05-2005, y leído por 154 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
01-06-2005 Excelente y ameno relato. La venganza es inmanejable. Mis estrellas. Magda gmmagdalena
26-05-2005 Me gustó. Tienes un estilo claro y descriptivo, carente de narcismo, que interesa al lector en la historia que narras. negroviejo
 
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