Paradoja de la Impuntualidad

En tiempos no muy lejanos, el concepto de Impuntualidad venía dado en gran parte por “la culminación o no de lo convenido.”
Podría decirse que Puntualidad era sinónimo de “haber llegado, cumplido”. Lo importante era la cosumación del primigenio pacto, la cita, lo convenido, más que el momento de llevarlo a cabo.

A medida que las distancias geográficas se han ido acortando con los medios de transporte cada día más rápidos, el concepto de la Impuntualidad también se ha visto afinado por la implacable mirada del reloj.
Los referentes temporales para fijar la puntualidad han variado. Hasta hace no mucho tiempo, ese momento quedaba fijada por acontecimientos : la salida o caída del sol, las lluvias, etc.

Así el criterio del “cumplimiento” ha dado paso a “la precisa observación del tempus”.
El rigor en la puntualidad que se pudiera exigir en épocas donde los desplazamientos resultaban azarosos, que ponía énfasis en el propio pacto y su culminación, nada tiene que ver con el rigor actual.

Admitida:
- La supremacía de lo temporal en nuestros días para determinar la Impuntualidad.
- La evidencia de que ahora con estas prisas seamos paradójicamente más impuntuales.
-La posibilidad de que estemos desvirtuando las esencias por la estricta observancia de la temporalidad:

Podemos afirmar que la gravedad de la Impuntualidad hoy no es otra que la de haber utilizado el tiempo ajeno, ese precioso parámetro, como propio.
Hacer esperar es consumir los minutos ajenos.
Llevada esta afirmación a extremos más alejados podríamos decir que ser excesivamente impuntual podría acabar en exceso con el tiempo ajeno.
Extrapolando esta afirmación aún más, podemos llegar a afirmar que la total impuntualidad es algo así como acabar con todo ese tiempo.
En definitiva matar
¿Es entonces el más puntal el que antes muere?
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