De gatitos y leones
En más de una ocasión me he propuesto que usted se ría. Sí señor, usted que lee, un probable infeliz sufrido de esos que llegan del trabajo a casa y prenden TV para reírse de otro infeliz que trastabilló en la acera o de la cara de idiota de un animador equis. Sepa usted que el humor es cosa más elaborada y seria que ello. Un pedo en una velada de notables siempre es gracioso para el cobarde que no se animó a rajárselo, ése que ríe con impunidad y absuelto. Mi idea es sorprenderlo a usted, usted que compra el periódico y empieza leyendo los policiales, que es propenso a la cosa trágica y tiene cara de culo. En el humor es la lucha constante contra el lector, bien dije, una pelea. Soy yo y es usted, es mi mente contra su intelecto adormecido de números y chistes fáciles. Entonces empiezo a detestarlo, a usted, y me digo "vas a ver, maricón, como te hago cagar de risa y te gano", chau. Téngalo bien claro, lector: la literatura está ideada para analfabetos que se emocionan de ver palabras que ellos jamás usan, imágenes de poetas maricones que confunden el estado del clima con cosa sensible; que pretenden que usted crea que un día nublado es para llorar, o que un asesinato es una cuestión pasional, o que la muerte habla. Bosta. Eso es fácil. No sé de qué se ríe usted, mas no me importa, mi juego es que se ría porque yo quiero. Sobran cobardes escondidos tras recetas literarias de cómo describir la soledad... Mi guerra contra usted que lee ya empezó, en ella soy un gatito y usted un león, estoy al tanto, mas no subestime porque nunca he visto un gatito en un circo ¿y usted...?
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