No digas que no te amo madre
Somos sentencia de la misma carne
No me hieras con tu lanza ni con tu lengua envenenada
Antes recuerda los infiernos que hemos heredado
A causa de la fatal comedia indeseada
De estos malos ratos miserables acontecidos
En nombre del padre, de ti la madre
Nosotros, los hijos del espíritu de las alegrías venideras
Amén de las culpas y las otorgadas decepciones
Yo he bebido en la herida abierta de tu llaga
Y he reído la perpetua carcajada
De tu alegría más profunda Osa inmaculada
Por lo tanto se te prohíbe la angustia y la desesperanza
A cambio de este silencio de tarde inmensa
Derramado en nuestra puerta como una ofrenda
Como una culpa y una herida conciliada
Yo te absuelvo este día para siempre madre
Y te canonizo en nombre de los árboles
Porque sin duda la esperanza está hecha a tu medida
Implacable como batalla
Y todo lo que es bueno tiene el dulce aroma de tus palabras
Por eso ríe largamente madre pura madre blanca
Mira que la leche se avinagra
Y los ángeles se corrompen
Si olvidas que eres la razón de las primaveras
El héroe indiscutible de todas nuestras batallas
Texto agregado el 25-05-2005, y leído por 229
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