Me ubique en el sillon. Trono intransferible, de mi propiedad, reservado para mi persona por el resto de los dias, lugar de antiquisima tradicion de los viernes a las nueve de la noche: hora del matinee estelar...
Como de costumbre, salto hacia el sofá, e inevitablemente, aplasto a la mascota de la familia: mi hermano pequeño. Un alarido, emitido sonoramente desde el fondo de su garganta, parece demostrar que, efectivamente, le ha dolido.
Lo agarro del cuello y con esa delicadeza unica y especial que poseemos los hermanos mayores, lo muevo de mi asiento al lugar mas cercano y, por lo demás, acorde para él: el suelo. Él, en una actitud de rebeldia, intenta batallar conmigo. ¡Ja! Pero pagará cara su insolencia. Huye despavorido, sobandose la cabeza y el cuello, lanzando amenazas de acudir al poder matriarcal.
Bueno, al fin solos, television.
Bueno, no exactamente. Una sombra peluda aparece y se abalanza sobre mi ser. Vaya, no hay nada menos obediente que un cachorro con solo un par de meses de vida...
Lucho por librarme de su mordida. Ha crecido bastante, ya es capaz de resistir mis embates y mis sacudidas que a priori lo hacian gimotear. Pero, por supuesto, yo conozco su punto debil. Ligeramente golpeo mi indice contra su nariz. El resultado es instantaneo: el pequeño aulla de dolor -reaccion exagerada, por cierto-, me suelta y huye.
Uf, por lo menos ya se fue. Me perdi el comienzo, maldita sea. Pero aun es posible captarle la trama.
Y... oh, diablos.
¿Que pasa, papa?
Hijo..., dice el, y comienza una perorata acreca de mi futuro profesional, mis aspiraciones y bla, bla, bla. Para mi alegria fue corta, pero muy para mi pesar me hizo pererme 20 minutos de pelicula. Rayos. Y ahora, ¿donde esta ese control remoto?
Miro por sobre la superficie del sillon. No está.
Miro bajo el sofa. No está.
Miro entre las inmediaciones del mismo. No está.
Me registro de pies a cabeza. El condenado no aparece.
Mientras me apresto a registrar la habitacion entera, oigo una risa ahogada. Una risa de niño. Una risa de hermano chico buscando venganza y una paliza. Identifique su posicion y me abalanze como una tromba, como una bestia furiosa sobre su presa.
Aqui se confunde todo. Recuerdo un gran door, seguido de las carcajadas de mi hermano, y los gritos histericos de mi mama. Luego, todo borroso.
Estoy en una cama del hospital. Gruesos vendajes cubren mi cabeza, y me duele como el demonio.
Decepcion. No pude ver la pelicula.
Consuelo. Estoy libre de la loca familia.
La puerta cruje. La cerradura gira. Mis temores se hacen realidad.
Ellos... estan aqui.