Al principio, la mañana es hermosa, despues, me levanto. Pongo cara de pocos amigos, busco a tientas la toalla que dejé por ahí tirada en la noche, improviso un taparrabos y salgo de la habitación. No saludo a nadie, ni siquiera me digno a mirar a mis compañeros de apartamento, pongo a hervir un poco de agua, enciendo la pc, saco el café del escondite secreto, pongo una cucharada sopera bien llenita en mi tasa de Winnie Pooh, una poca de azucar, regreso al pc, abro el winamp, pongo a sonar la lista "Despertador" y voy a por el agua, preparo el café, me siento en un rincon, apartado, escondido, doy un sorbo al café aún en estado de ebullición, y me enciendo el primer pielroja del día. El sabor amargo del café empieza a tornarse dulce, el sol termina de salir, mis compañeros adquieren rostro, la mente se despeja y al ritmo de 'Come As You Are' de Nirvana, despierto.
La cuestión no tendría nada de interesante... a menos que hiciese falta el cigarrillo. Entonces no hay café que valga, ni si me he ganado el baloto, o si hay una supermodelo en mi cama, el ogro en mi, aflora, qué digo aflora, se descojona en madrazos. Me encanta fumar. Fumo como mas que puta en carcel. Soy feliz fumando. Cuando fumo, es como estar en un país aparte, y cuando veo a alguien fumar, es como estar en tierras lejanas y encontrar a un compatriota.
Se que es perjudicial para la salud, pero no me pueden negar que si sumamos, muere mas gente por practicar deportes que por fumar. Gracias al cigarro he conocido a mucha gente, y tuve sexo en dos oportunidades(tristemente, no consecutivas). Ahora ya no puedo fumar en ciertos lugares publicos de Bogotá, y gracias a eso no he vuelto a visitar la capital de la montaña.
Es que no concibo el mundo sin mi cigarro matinal. No concibo el sexo sin mi cigarro post-orgasmico. No concibo salir de la función de 7 del pequeño teatro, y no encender un cigarro. No sabría como jugar pool sin un cigarro en la mano. Cómo podrían ejecutar a un condenado sin que se fume el último cigarro. Cómo podría medir la distancia del bar a mi casa cuando estoy mas borracho que una cuba sin el cigarro(lo intenté una vez y terminé en otro barrio). Cómo escribir algo medianamente decente si no tengo un cigarro en la comisura de mis labios. Imposible.
Es nocivo, pero no le temo a la vida, que, en definitiva, lleva a la muerte. Podría dejar de fumar y sumarme a las miles de muertes que causan los accidentes de tráfico, puede carme un piano en la cabezota, o algo por el estilo. Prefiero arriesgarme y complacerme con los minutos de gozo que me ofrece el pedacito de cancer.
Y que conste, no es falta de voluntad. Es falta de ganas. Lo dejé una vez, y fue la epoca mas triste de mi vida. No poder celebrar con mi otro yo, ese complice, una buena faena en el amor. No poder ofrecer un cigarro a aquella mujer hermosa del bar, no poder cronometrar, con la precisión del sol, la espera antes del examen. No poder calmar los nervios antes de la debastadora entrega de notas... horrible.
Seguiré fumando y moriré de cancer. O de sida, o de un pianazo en la cabezota, da igual, cuando la muerte se me acerque a hurtadillas, le ofreceré un cigarro, y le pediré como último deseo, el deseo de los condenados frente al peloton de fusilamiento. |