Sin despedidas va transformándose el hasta luego en un Adiós sin pretextos ni excusas, sólo una ausencia envuelta en recuerdos que no volverán. Y te dejo volar libre como el ave que aprende a elevarse entre caídas y aciertos, hasta que encuentra ese equilibrio que le permite llegar al cielo y ver el suelo sin extrañar su firmeza, sin la esperanza de que pretenda volver a pisar tierra.
Y pasan los minutos mientras muere la ilusión y se apaga esa única luz en un camino tortuoso; pero sé que no hay mejores manos que las suyas para que te acompañen en esta vida, no hay mejor amor que pueda curar tus heridas, no hay mejor paciencia y empeño que la que permite un sentimiento sincero. Entonces intento sonreír entre la lluvia que moja mi rostro porque el destino te recompensará por todo lo que te quitó, por ese cielo que se convirtió en infierno sin querer, por un amor que no pudo ser y unas lágrimas que no te pueden devolver.
No puedo decir que la vida es perfecta, porque hasta ahora solo en instantes me mostró su lado hermoso, pero quiero confiar en que siempre toma las mejores decisiones, y aunque duela, supongo que con el tiempo llegará la recompensa.
Renuncio a una vida para regalarte otra mejor, porque tu amor hoy me queda grande, y este sentimiento que sobrevive respirando de recuerdos permanecerá guardado como una fotografía que captura una sonrisa, pero que es sólo eso, una foto estática, sin movimiento.
Ya no puedo regalarte ilusiones, pero si puedo entregarte esa oportunidad que te mereces de ser feliz por completo, sin peros, sin obstáculos, aunque esa felicidad no sea a mi lado y de la mano de este amor.
Entre encuentros y desencuentros, solo puedo decir que este “Te Amo” que llevo en mi pecho sigue igual que siempre... pero ahora pisa tierra, y la realidad es que está atado de manos y pies sin poder volar, por lo que no me queda más que guardarlo en un baúl, y tirar la llave al olvido. A ver si por fin encuentro la forma de no extrañarte...
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