La inmundicia hoy prefirió sufrir,
como un vaso de leche cayendo al vacío
tus venas paralizan los sentidos
y la música suena sorda y perdida:
ya recuerdas tus tiempos pasados de libertad
cuando el virus se apodera de tu cuerpo,
encuentras que todo es relativo
a la velocidad del dolor.
El silencio cubre el sueño
que ya nunca podrás conciliar sabedor
de que mañana no podrás despertar;
y las agujas que se clavan como espadas,
y las despedidas inmediatas al Mas Allá:
ahora recuerdas los sueños podridos
en una necrosis de infantilidad...