Todo texto, escrito, estudio o ensayo que hablase de poesía, debería ver principio siempre en la frase de Johannes Pfeiffer “La poesía es arte que se manifiesta por la palabra”. Así mismo, debemos crear continuidad con lo eternamente citado de Oscar Wilde “El artista, es el creador de cosas hermosas” viéndonos subyugados a la ilusión fugaz de la placentera introspección poética del creador de esas cosas hermosas. Neruda es poeta y ser poeta, es ser poesía. Todos, alguna vez, nos hemos visto imbuidos en sentimientos tan adversos y dolorosos que hemos necesitado de la escritura de esos holocáusticos versos para poder encontrar alivio a nuestras penas o, incluso, sumirnos más aún en la angosta depresión que nos aflige. Seamos sinceros, señores, todos escribimos poesía, pero siempre nace de nosotros en el momento de la tragedia; sólo aquel que es poeta en profesión, puede guardarse el derecho de escribir poesía en regalo a hechos maravillosos. No hay nada en el mundo que pueda ser juzgado lejos de los ojos de la poesía, lejos de la mirada sonora de la rima.
Bécquer dijo en momento de su creación que sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero en cambio hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son. No debemos quedar exentos del placer de la contemplación justa y medida de la belleza y pensar que sólo son capaces de entender la poesía aquellos que la escriben. La poesía es más que un mero ejercicio de introspección o composición, la poesía es foco, es vida, es sueño y es dicha. La poesía nace de cenizas cual fénix que exhala... pero la poesía también es sencillez y qué sencillez más hermosa y profunda que el sentarse tras la luna en el sillón con la mirada perdida en tomos lacrimosos para exclamar con desazón “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”... Creo, en todos los años que llevo leyendo poesía, nunca he tenido la suerte de encontrarme con un poema tal. Debo decir y reconocer que en general, Neruda no es uno de mis poetas más queridos; diré, incluso, que carece de mi aprobación en tanto gustoso para mi entretenimiento, pero no hay poema sobre la tierra capaz de igualar éste. Todos tratamos de complicar nuestras creaciones y cubrirlas de mil banalidades tan necesarias como inertes. ¿De qué sirve creerse poeta a la hora de abordar la escritura de un poema? Sirve para huir de la esencia misma de la poesía. La poesía es un instante, un momento del ser, una frase escrita por el alma... no se debe tapar aquello que pide pureza. Por esto es por lo que admiro este poema, por esto es por lo que si no me equivoco, es uno de los poemas más reconocidos y queridos de cuantos se han escrito. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”.
Una vez, escuchando una canción preciosa, alguien exclamó en tono de desprecio que la melodía que había creado el compositor era muy sencilla, que no se había complicado para sacar algo más “perfecto”. Muy señor mío, la problemática no reside en que una canción sea más o menos difícil, sino en la esencia misma de su desnudo. La poesía es más que una simple alineación de palabras formando órdenes reflejados de pasiones ocultas en el corazón. La poesía es sencillez, es luz.
El abandono del amor se ha tratado de mil diversas formas, se ha tejido en mil cambiantes espejos; es tan anciano como el mismo amor en su esencia; pero es un momento, una sola noche, una sola lágrima; al amanecer aparecerá un nuevo amor dispuesto igualmente a ese fin que se abandona con el alba.
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche”...
Solo hay una forma de escribir poesía, y ésta dista mucho del recubrimiento artificioso de la palabra, en esto hallo admiración ante Neruda, ante este poema, ante esta expresión auténtica de lo ya conocido por todos.
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