Descuidos a flor de piel.
Nunca iba a salir en el diario. O por lo menos no en la tapa. Para merecer la tapa debería matar a alguien. Pero nunca podría soportar cargar en el alma con una muerte, ya no podría rezar más. Por eso no mato. A lo mejor me gustaría estar en la tapa de los diarios, pero no me gustaría lo que la gente vería en mi, “ladrón mata a sangre fría en un asalto a una despensa”. Yo no tengo la sangre fría. No creo que mi mamá piense que tengo la sangre fría. Ayer me levanté a las dos de la tarde. Nunca pude dormir de noche. Me levanté y me comí los bifes que mis hermanas habían guardado para su cena, y unas papas, y dos huevos. Después me encerré en la pieza. Me gusta tirarme en la cama y dejarme llevar cuando estoy tirado en la cama, a lo mejor porque tengo la seguridad de que no muchas cosas me pueden llevar y eso me da seguridad, por lo general ni siquiera tengo plata, así que ni siquiera las ganas de hacer algo me pueden llevar. Escucho música, a veces a los pastores evangelistas. Tengo un equipo de música que me compré cuando trabajaba en el súper. Ayer a la noche cuando llegaron mis hermanas escuche las puteadas, y las quejas, y los reclamos a mi madre de que otra vez me había comido sus cosas. Mi mamá se acerca a la puerta y me grita un par de cosas, no se si es para satisfacer las demandas de mis hermanas o para reprenderme de verdad. No lo sé. Pero supongo que ella debe saber que ya no soy el nene que lloraba cuando ella lo retaba. Entonces me quedo callado, mirando para arriba en la cama, y mientras ella grita cosas y se escuchan las maldiciones de mis hermanas, pienso en alguna otra cosa, rezo, pienso en que no me gustaría comerles su comida, pienso en que me gustaría tener la plata para devolverles su comida y comprarles más, y hacer un asado y ropa a mi mamá y una tele y ver a mi mamá y a ellas contentas. Pero no. No tengo plata y soy vago y triste y rebelde y a veces no me gustaría ser yo. Matarme. Matarme. Matarme. Matarme. Me gustaría que ellas entiendan lo que se siente ser una mierda como yo. Me gustaría llorar todo mi dolor y decirles cuanto las quiero y que me perdonen. Pero ellas también cargan con su dolor para que sumarles mi dolor. Saco de debajo de la cama las zapatillas, la campera, y salgo atravesando la bruma de bronca y gritos y “esto no va mas así”, “cuando vas a hacer algo”, “andate pibe, tomatelas”, y no creo que los ojos llenos de lágrimas se me noten cuando escapo con el mentón tocándome el pecho y desaparezco. “andate pibe”, no creo que ellas lo digan de verdad, no creo que quieran que me vaya. Aunque a veces pienso que si, que a lo mejor no me extrañarían demasiado si me voy, si ya no fumo en la pieza y no escucho la cumbia fuerte y no les como la comida. Pero me da terror pensar esto, me da terror pensar que no importo para nadie, pero a veces lo siento, a veces no puedo evitar sentirlo. Entonces desaparezco por un par de días. Robar es malo. Siempre me enseñaron que robar era malo porque uno lastima a la gente. Me odio cuando robo. Nadie sabe que robo, supongo que lo deben sospechar. Mi mamá debe saber que robo, dicen que las madres conocen a sus hijos con solo mirarlos, a veces pienso que es verdad. Nunca me pregunta de donde saco algunas cosas con las que llego a mi casa. Y si yo le digo que me lo encontré en la basura después la escucho contándole a mi tía o mi tío que yo me encontré tal o cual cosa en la basura. Una vez le contó al vecino que yo había encontrado un disc-man en la parada de un ómnibus. Ella estaba contenta con eso de mi disc-man, de que lo había encontrado y que decía salir como tantos pesos. Yo no la entiendo, a veces no la entiendo, o si, ella debe de ver en mi cara la picardía, como cuando meaba la tapa del inodoro, pero no me dice nada, y me festeja, o festeja mi tímida alegría, como si la tristeza la hubiera omnubilado a ella también y ahora prefería creer ciertas cosas antes que darse cuenta y sentir el olor a marihuana y las cosas robadas y su hijo ladrón y por eso digo que cuando me como las cosas y me reta lo hace más como deber de madre que para hacerme sentir mal, y creo que sus retos le deben doler mas a ella que a mi. Por eso desaparezco un par de días, consigo algo de plata, unos pesos nada más y me fumo unos fasos o me tomo algunos vinos y después ya no soy yo, ni soy nadie, ni soy, y ni quiero enterarme donde dormí o que comí, y algunos vinos mas o lo que sea y la calle que al final no es para tanto y tantas cosas no son para tanto, pero después extraño, tengo ganas de ver a mi mamá y a mis hermanas también, me imagino como volvería a mi casa si “ladrón mata a sangre fría” y me da miedo, terror, pero nunca he hecho eso y vuelvo a mi casa y veo que me han vuelto a querer, porque mi hermana me da un mate y me siento y si me quedo callado me preguntan dónde anduve aunque ellas saben que es lo de siempre. Supongo que no me preguntan otra cosa porque nada diferente se les ocurre o porque quieren ver que cosa nueva invento, después me dan un par de órdenes como que limpie el baño o vaya a comprar tal o cual cosa y entonces voy y lo hago porque si me tiro en la cama. Ya no puedo llorar. Hace mucho que no lloro. Pienso que si lloraría me derrumbaría de tal modo que ya no podría seguir aguantando. A lo mejor porque no tengo nadie con quien llorar. A veces me gustaría llorar aunque sea un poquito, desahogarme cuando me arde el pecho, y siento como ahogos. Pensar que la semana que viene voy a conseguir trabajo y conocer una chica y comprarle cosas a mi mamá, pintar mi cuarto, me alivia. Sé que no es verdad. Soy vago, siempre fui vago y supongo que tengo lo que merezco.
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