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CÁNCER, O EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA


-Esto parece una cueva. ¿crees que será por aquí la entrada?
-No sé, probemos.

La cueva resulta ser un agujero del que no se puede divisar su fondo, y por tanto su contenido. La lógica se pierde en los llantos de los ecos que resuenan para no volver. Para ellos, era la entrada a una cueva, quizá una puerta hacia el centro de la tierra. Porqué ellos necesitaban que la cueva estuviera allí.

-Encenderé la linterna, esto está muy oscuro.
-Sí, me recuerda al invierno. Hay pocos estímulos externos a los que haya que responder. Se está tranquilo.

Llevan dos nanogeodésicos avanzando por un camino húmedo y con cierto olor a putrefacto. Continúan su conversa tranquila y alegremente.

-Sí, en cierto sentido es un alivio. Por cierto, mira, por aquí se bifurca el camino.
-Hacia la derecha.
-Como lo sabes?
-Lo dice el mapa.
-¿Qué mapa?
-Debemos coger el de abajo y desfilar por los toboganes que forman todos estos círculos que se ven allí el fondo.

Al fondo, todo negro. La luz de la entrada se vuelve imprecisa, y, en la lejanía, da la sensación que nunca existió.

-Parece un templo maldito.
-Si te lo parece es que lo debe ser. Bien, sigamos. Tu primero.
-O no, tu primero, por favor.
-No, no, insisto…
¡¡HAAATCCCHHUMM!! Se oye un ruido muy fuerte y de pronto las paredes empiezan a vibrar y a tambalearse, como si de pronto alguien hubiera agitado una alfombra que permanecía estirada en el suelo, debajo de ellos. El mismo estallido expulsa una oleada de viento que digiere todo el contenido hacía abajo mediante un trampolín formado por varios arcos alieneados
-Yuuu!!... Es como salir volando de un volcán pero al revés!!
-¡¡Uuooooooohhhh!!!


De pronto, todo vuelve a quedar en silencio.

-¡Crash!
-¡Paff!
-Que estás resfriado?
-No, ¿vaya golpe, eh?
-Y que lo digas.
-¿Oye, te has fijado en lo húmedo y oscuro que está todo esto? Es como antes pero…
-Si, es extraño. Y ese silencio…


-No… Escucha bien. Si te fijas, de fondo se oyen como unos tambores. Un ritmo constante, como una bomba que bombea.
-Tiene gracia lo de una bomba que bombea.
-La misma gracia que tienes tu haciendo este comentario.
-Debemos seguir.

Avanzando por el camino, dos nanogeodésicos después:

-¿Porqué este empeño en encontrar el arca?
-Es el sueño de toda una vida. ¿Acaso tu no tienes algún sueño?
- No sé, debería pensarlo con detenimiento. Ya sabes, unas vacaciones para poder reflexionar y todo esto.
-Cuando salgamos de aquí.
-Si salimos.
-Cuento contigo, y tu mapa para hacerlo.
-Y luego, una vez la hayas encontrado, ¿que harás?
-Y tú, que harás una vez te hayas comido un buen filete en una tranquila terraza de un Italiano?
-Ya pero, ¿Y entonces que?
-¿Y tú, ahora? ¿Qué?

Aparecen las paredes del envase del cuerpo donde están encajonados. No lo ven, pero lo palpan.

-Oye parece que nos hemos quedado encerrados de verdad.
-Si, solo el ruido constante y el techo que se infla y desinfla como si de un globos se tratara.
-Esto cada vez está peor.
-Qué vamos a hacer?
-No sé.

Al tiempo de un par de ¡¡HAAATCCCHHUMM!! más, el cuerpo permanece dormido, y el negro permanece negro, aunque no hay nadie para corroborarlo. Sin embargo, la conversación sigue, ajena.

-Hay gente que va reuniendo sus posesiones en un cajón cada vez más pequeño por no tener que compartir ninguna.
-Es como lo de irse cerrando más y más cuando menos capaz eres de permanecer en la habitación. Como le sucedió a la hermana de Julián.
-¿Porqué lo dices?
-Nos hemos quedado encerrados
-Eso ya lo has dicho.
-Sí, pero me he dado cuenta de otra cosa.
-¿De qué?
-Gírate, y observa el rastro que hemos ido dejando.

Al girarse ve, eso si que lo ve, un tumulto de vapor que se alza del suelo y, a su rastro, aparece todo el camino quemado y trozos de carne que, empujados por el viento, salen ardiendo por todas partes.

-¿De donde debe venir este viento? Estamos debajo tierra.
-Del mismo sitio que nosotros.
-Sí. Mira entre todos como hemos dejado esto.
-Ya lo veo. ¿Y que quieres hacerle? ¿Acaso lo hemos hecho deliberadamente? Solo un necio diría que lo hemos hecho con premeditación.
-Ya, pero si no hubiéramos entrado…
-Hubiera entrado otro. Huele, por ejemplo, el olor a tabaco, sino.
-¿Tabaco? No entiendo nada.
-Por eso te dije que miraras hacia atrás.
-Bueno, da igual, sigamos.
El camino sigue por varios agujeros rojo situado al final en el que penetran. Ellos, escogen uno. A partir de ahí son transportados por un extraño flujo que recuerda una autopista de gelatina. El trayecto dura unos pocos minutos.

-¡Aquí, aquí! ¡Saltemos!

Saltan en posición de misil y agujerean la autopista para situarse debajo, en una especie de burbuja aislada. Está todo quieto. Un habitáculo, la bomba, formado por la muerte y manojos de vida cosidos en un delantal de cordel elástico

-¡Mira, el arca, al fin!
-Eso no se mueve.
-Debe estar dormido.
-Esto ya no se va a mover.
-Te digo que el arca se mueve.
-Esto es un corazón.
-Insensato, esto es el arca, el punto de destino. La salvación.
-Esto es un corazón. Está muerto, y lo hemos matado nosotros.


-Mira que eres solemnemente exagerado
-Te he hecho caso porque sin ti no podía vivir, y ya ves a donde nos has conducido. Has ido demasiado lejos.
-Ayúdame a abrirla.
- ¿Sabes la ventaja de tu sueño? Que mientras fuera un sueño, podría vivir como un sueño, ser real como un bonito sueño. Si te hubieras conformado…
-Estúpido, no se trata de conformarse, no entiendes nada.
-Un sueño traído a la realidad se convierte en nada, en polvo.
-Entiende que yo soy el sueño.
-Y tu eres yo.
-Exacto. Yo soy lo que soy gracias a ti.
-Y por eso, hemos matado a un hombre.
-Si, era la última misión. Un especie de ataque kamikaze final.
-A mi me caía bien, el hombre.
-Te has desenganchado del carro. Despídete de él.
-Tu te has desenganchado del carro. Aunque, hasta el estallido final no morirá del todo.
-Y ni con esas.

Se oye, de lejos, talmente como si viniera de afuera, una comitiva de pasos simultáneos que lloran encima sus hombros.

-En fin. Me voy. Buenas tardes.
-¿A dónde vas ahora? ¿ como?
-Voy a llorar. El sitio es lo de menos.
-Vas a llorar, hasta acabar con otro, ¿Verdad?
-No puedo remediarlo. Soy la misión.
- Ni yo. Para ocupar un espacio, primero ese espacio debe estar vacío.
-Ahora toca llorar, serios.
-Pues lloremos de camino al funeral.


(EXTRET DE:CUENTOSPARAMAYORES DE 65 AÑOS)

Texto agregado el 22-05-2005, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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