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Hasta en los mejores momentos, hasta en las mejores sonrisas apareces. Fumándome un porro, riendo con mis amigos, viendo la televisión, leyendo, duchándome, abrazando la almohada, conversando, y de fondo, en mi mente, haciéndote un hueco, apareces. He estado días escapando de tus recuerdos. No pensar, esa es la clave. Pero no puedo huir de lo que llevo dentro, y enfrentarme a ti me da la mayor de las perezas. Huyo hacia ninguna parte; huyo de tu nombre y soy incapaz de borrarlo de mi mente. Se me antoja dulce y delicado, como tú. Y dudo, una vez más, de mis acciones. ¿Te llamo? ¿para qué?. Para decirte lo que duele estar sin ti... lo que jode estar sola rodeada de tanta gente... para mostrarte como queman los recuerdos y lo mucho que te echo de menos... Y como no me atrevo, porque no quiero darte pena, porque ya me la doy bastante a mí; me escondo y una vez más, huyo de tu recuerdo, del recuerdo de tu olor, de tu sonrisa (la más bonita sin duda), de tus miradas, mientras, en la complicidad de la noche, parte de ti se adentraba en mi, y parte de mi se volvía tuya...
Ayer huí a tu propia ciudad, algunas somos tan idiotas que huimos a donde deseamos estar... intuyendo (cuando sé que mi sexto sentido no falla), que yendo a aquel lugar podría verte. El olor a mar, a sidra, a porros, a tabaco, a pipas... los yembés, la luna, la gente... mucha mucha gente, y cuando pierdo mi vista a lo lejos... ahí estás. Brillando como siempre, sonriente, eclipsando la tarde... Y yo, sola, al borde de unas escaleras, al borde de mi propia calma, de mi propia desdicha. Decido, tras pensar mucho y no aclarar nada, no ir a verte, a pesar, de que en ese instante, no hay nada en el mundo que más me apetezca que verte, sentirte cerca... tenerte. Posesión... como asusta saber que sólo nuestra propia desidia nos pertenece... A lo mejor ahí está la clave: nada nos pertenece, todo gira y se fluye a nuestro alrededor, como una marea de aire caliente que se desliza nublando la vista. Y allí seguía yo, fumando impulsivamente, y cuando logro tranquilizarme, tú apareces. Clavándome esa sonrisa de la manera más cruel que existe; esa sonrisa nerviosa, sincera y preciosa... Se me hizo eterno verte subir por aquellas escaleras, entre tanta gente, entre tantos ruidos, parecías sobresalir por encima de todo, como si la luz de la luna, casi llena, se hubiese centrado en tu sola presencia. Y el tiempo ya no era tiempo, y yo ya no era yo. Era un bebé asustado, temeroso de todo, de la propia gravedad que amenazaba con burlarse de mí. Y es tan cruel tenerte tan cerca y saber que ya no puedo exigir el derecho a pertenecernos un poco... Sabía que ese instante no podía durar eternamente, pero a pesar de todo, nada me importaba más que seguir a tu lado, no irme, quedarme ahí contigo, sentirte cerca, sólo eso, no perderte... Lo más duro de todo es la añoranza física... Hasta el cuerpo me duele cuando extraño el tuyo, tus abrazos, tus besos, tu piel...
Cómo explicar lo que siento cuando lucho contra mis propios sentimientos... Desearía pasar página, aceptar que tú soltaste la cuerda que nos unía porque ya no te motivaba tirar, y olvidarte, sacarte de ese hueco tan grande que ocupas en mi corazón, y comprimirte hasta que cupieses en ese otro, en el del simple cariño, en el del recuerdo dulce que ya no hace daño... A veces me parece estar a un solo paso de esa culminación madura y sensata. Pero mi mente se hunde en el recuerdo, en el "todavía es demasiado pronto", porque lo es, todavía es demasiado pronto para olvidarte... Así que aquí estoy, escribiendo sin parar, pensando sin pararme a pensar, sintiéndote casi tan lejos como cuando te tuve al lado... Y deseando que leas esto, aún sabiendo que regalarte mis secretos, mi sentimientos, mis miedos y mis frustraciones, tal vez sólo servirían para hacernos más daño; sobre todo, y eso está claro, para que yo sufriese un poquito más...
Así que dejo mi milonga triste en el aire... esperando que un día se vuelva sonrisa, o al menos ya sólo melancolía. Ese día en el que pueda recordarte con una sonrisa, que ya lo hago, pero que no se tiña de tristeza, pues te nubla demasiado... Olvidé decirte que siempre busco más allá, y quedarme con lo bonito me resulta más duro aún que saber que no hubo nada... Mientras tanto, cambiaré de color, voy a pintar de verde la luna y el sol.

Texto agregado el 22-05-2005, y leído por 117 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-06-2005 Como ya te dije con anterioridad. Es un relato escrito directamente con el corazón. Me impresiona ver como las palabras fluyen directamente de tu alma al papel, sin mas intermediarios. Sentimientos plasmados en estado puro en palabras. Me sigue apasionando, hechicera de las palabras johnzalo
22-05-2005 Este relato me ha producido escalofríos... Felicitaciones. EscarabajoDorado
 
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