Nada más caminaba, no recordaba pasado, sólo un extraño sentimiento de familiaridad con otras personas, en algún lugar de su ser sabía que tuvo contacto con otros individuos, pero así mismo también sabía que fue hace mucho tiempo, ahora sólo camina, cómo quién camina sin rumbo. Era momento de detenerse, momento de dejar de pensar, un momento para desacansar, mente y cuerpo. Se dirigió lentamente hacia la playa, su cuerpo ya le pedía un descanso - pero todo a su debido tiempo - se dijo, pensó que una buena manera de agradecerle a su cuerpo por llevarlo a tantos lugares, era dejarlo descansar en el mar, donde moverse no era un trabajo, sino mas bien una diversión.
Avanzaba a paso lento, disfrutando cada uno de ellos, agradeciendo cada uno de ellos, cuando finalmente llegó a la orilla inexplicablemente comenzó a llorar incontrolablemente, no sabía porqué, pero lo suponía, era la manera que su cuerpo (cada vez mas desprendido de él) le agradecía por una vida llena de lugares y de caminos, una vida buena, como la definiría él, y aunque le apenara dejarlo, no existía vuelta atrás, las voluntades ya no tenian ningún papel que jugar ahora, la decisión ya había sido tomada con anterioridad y sabía que era sin derecho a apelación.
La espuma acariciaba sus pies, haciendole saber con eso que era la última caricia que recibiría, y el mar, en un acto único, le ofreció una cama hecha de bella espuma, a la cual se subió y, despidiéndose ya de su cuerpo, se acostó en la espuma, se durmió, y se hizo parte permanente de la espuma mientras su cuerpo sigue flotando en el mar.
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