“Señora, ¿quiere que le ayude a subir la compra? No me cuesta nada. ¡Qué monada de zapatillas! Deben de ser supercómodas, ¿verdad? Me imagino que no sentirá ni los juanetes ni los ojos de gallo. No se preocupe, no tengo nada que hacer en las próximas 72 horas como mínimo. Estaba visitando las agencias inmobiliarias del barrio porque estoy buscando piso, y lo único asequible que he encontrado son las plazas de garaje, 200 euros/mes, pero no tengo coche. ¿No se da cuenta? No me extraña. ¿Ud. no conocerá a nadie que alquile un piso a un precio razonable en su edificio? O en cualquier otro sitio. Ya veo; es difícil coincidir: a cierta edad está uno a contracorriente de los horarios del resto del mundo. ¿Vive Ud. en la escalera del fondo? Mucho mejor: así está aislada de los ruidos de la calle. Le advierto que el ascensor tampoco es siempre la solución: a veces se pasan semanas enteras averiados. ¿En el séptimo? ¡Qué bien: son siempre más luminosos que los primeros y los segundos! ¿Ah... no hay ventanas? ¿Y eso está permitido? Si quiere mi opinión, es la mejor manera de evitar que se escape el calorcito en invierno, con el frío que hace aquí. Ah, la puerta no encaja bien. ¡Qué curioso! Está visto que todos los pisos tienen que tener su secretillo. ¿Nadie se ocupa del mantenimiento del edificio? Porque está claro que eso debe de correr por cuenta de la comunidad de propietarios. ¿No es Ud. propietaria? Así que aquí es. ¡Pero qué estudio tan maravilloso! Ideal para una persona sola e incluso para una pareja bien avenida. Tres ambientes distintos perfectamente integrados: recibidor, comedor y dormitorio, todo en uno. Sobre esta mesita de noche pondría yo el ordenador para trabajar. E imagino que lo que se esconde tras esa cortina de fantasía es el WC. ¿Lo ha decorado todo Ud.? ¡Qué suerte tiene de poder vivir sola a sus 87 años sin ningún hombre que la moleste y que le pida la cena al volver de la fábrica o el bistrot! ¡Es increíble: 16 m2 para Ud. sola! Si quiere pasearse semidesnuda por toda la casa puede hacerlo tranquilamente porque nadie la verá. Quizá a lo único que tiene que tiene que estar más atenta es al hueco de la puerta, aunque si apaga la luz... Es lo que más me gusta, además del barrio, que preserva su intimidad. Y me imagino que ya no cuenta con hacer una mudanza, empaquetarlo todo y trasladarse al pueblo, al campo. Después de tantos años le debe de haber tomado el gusto a la vida agitada de la ciudad, a la gente que llega de todos los confines del planeta, especialmente del Magreb, a las noches de estreno, a disponer de tiendas donde se puede encontrar de todo, desde auténtico queso dubliner hasta verdadero salmón ahumado de fiordo noruego. Eso en el pueblo no lo tiene. Claro que las conservas también tienen sus ventajas y sus adeptos. Y el cuello de oca relleno es superexquisito. De la misma manera que creo que esa macedonia de verduras con fecha de caducidad para dentro de 10 años es ideal para gente mayor que pasa mucho tiempo en casa, a veces incluso después de muerta: eso le evita muchos paseos inútiles a la tienda. ¿Para ventilar abre la puerta o basta con las rendijas? ¿Quién es el señor de la foto? ¿Su marido? Así que lleva 30 años viuda. Sí, la vida no es fácil. Cuando dos personas se quieren y no pueden vivir el uno sin el otro, deberían poder morirse juntas, ¿no cree? ¡Ah! Pues ¿sabe qué le digo?, que me parece una apuesta por la vida y toda una lección: hay que creer en las segundas oportunidades, aunque Ud. todavía no la haya tenido. O sea que su marido se adelantó a morirse de cirrosis, pero de todas formas Ud. estaba decidida a dejarlo, a echarlo a la calle. Claro, si se ponen las cosas tirantes entre dos personas, hay que reconocer que este estudio, que me parece fantástico, se queda un poco justo: eso es indiscutible. Y a Ud., me imagino que entre viuda, divorciada o mujer de político, le daría igual una cosa que otra: no debe de haber mucha diferencia. ¿Entonces, la foto? ¡Ah, que le da pena estropear el marco! No me extraña: es monísimo. La verdad es que a veces los enmarcan de una manera que es imposible cambiar de opinión. ¿Qué va a hacer, una... sopa? ¿Ya es la hora de comer? No me había dado ni cuenta. Pues yo sopa no, pero a un vaso de agua sin pastilla maggi no le voy a hacer ascos, aunque es cierto que tengo mi botella en la mochila. ¿Y por qué saca las pastillas de caldo del bolsillo sin caja ni nada? Ah, pillina, tiene Ud. esa debilidad: pues no seré yo quien la juzgue. ¿Y no la han pillado nunca? Ud. es una outsider. Me voy a tener que ir para seguir buscando piso. No, yo no bebo. 31 años. ¿Ud. cree? No me lo habían dicho nunca. Pues se equivoca: no tengo novia y a estas alturas me parece que me voy a quedar para vestir santos. Bueno, sí, eso nunca se sabe. Yo lo que estoy viendo es que se me va a pasar el arroz. De todas formas, yo creo que el amor no tiene edad. Eso son tonterías. Una pareja que se quiera puede funcionar perfectamente aunque se lleven 56 años. ¿Qué son 56 años de diferencia si hay amor? El amor es lo más importante. Estoy totalmente de acuerdo con ese escritor español, Antonio Gala: el amor hay que hacerlo, en lugar de decirlo, de especular sobre él. ¿Lo conoce? Bueno, comeré un poco. No, no; en la mecedora siéntese Ud., que es su sitio. Yo estoy bien de pie. ¡Uy, casi tiro el esqueleto! ¡Con lo que debe de haberle costado coleccionarlo y armarlo! A mí ésta me parece una forma revolucionaria de compañía, y muy ilustrativa de los tiempos que corren, ¿eh? ¿Funciona esa reliquia de ventilador? Me encanta el diseño: debe de ser por lo menos de 1948. ¡Hum, qué bueno! ¿Qué es? ¿Macedonia de verduras a la sartén? ¡Sanísimo! ¡Y superfácil de preparar. Y para recoger la cocina, es lo más cómodo cuando solo se dispone de un lavabo. ¿Cómo se le llama a este habítaculo de lavabo y váter detrás de la cortina? ¡Ah, toilette! Claro, es lógico. Y muy francés. Me gustaría a mí saber cómo se lavaba Juana de Arco, y mire Ud. adónde llegó. Ni más ni menos que a santa. Así que lavarse en un barreño, además de una tradición de raigambre, es una forma sanísima de luchar contra los resfriados y de hacer ejercicio, que falta nos hace con esta vida sedentaria que llevamos, todo el día sentados delante del ordenador. Yo soy partidario del barreño, que en el fondo es una versión discreta de la ostentosa bañera. Y además sirve para lavar las sábanas, las cortinas, etc. ¿Va Ud. a la lavandería? A mí me deprime, pero reconozco que se conoce a mucha gente. Bueno, me voy a ir para seguir peinando el barrio y preguntando a la gente, a ver si tengo suerte de encontrar algo tan acogedor como su estudio. Voy a preguntarle a la peluquera de al lado del portal. No me canso de decírselo: ¡cómo me ha gustado! Adiós. Que siga Ud. tan bien y con esa alegría de vivir que irradia. Igual nos convertimos en vecinos. ¿Quién sabe?”
* * *
Jeanne Salesses tenía 87 años y fue encontrada muerta por los bomberos en su chambre de bonne del duodécimo distrito de París el pasado 13 de agosto. A la espera de que los resultados de la autopsia determinen los detalles de su muerte, lo trascendido hasta el momento es que el cadáver de Jeanne fue hallado en una mecedora junto a un ventiladorcito encendido, ligeramente desplazado hacia un lado, desplomado sobre el brazo derecho. Nadie la había echado de menos en todos los días que habían pasado desde su fallecimiento y solo tras la voz de alarma lanzada por los medios de comunicación alguien subió a llamar a su puerta y luego a los bomberos. Antigua portera del edificio, Jeanne vivía sola desde la muerte de su marido 30 años antes. Originaria del Pays Basque, no había tenido hijos y había roto toda relación con su familia. No tenía amigos y no los buscaba tampoco. “No había que preguntarle cómo iba la cosa porque enseguida hacía comprender que no era asunto de nuestra incumbencia”, recuerda la peluquera de la planta baja del edificio, víctima a su vez de una crisis vital y profesional ante la evidencia de que medio país haya sucumbido al imperio de la mecha (”¿Es que no nos consideran cualificadas para hacer otra cosa?”). “Cuando íbamos a verla al 7º piso nos decía que subíamos a verificar si la vieja la había palmado ya...”. Había dejado una carta a la portera para el momento en que encontraran su cadáver, explicando que no tenía familia y que quería donar su cuerpo a la ciencia. “Me había explicado también dónde estaban los papeles para facilitar las cosas”, suspira Josepha Álvarez, que en ese momento se encontraba de vacaciones. ”No hay derecho”.
* * *
- ¿Allô?
- ¿Madame Álvarez? C’est Laurent à l’appareil. ¿Está Delphine? Estoy desesperado: necesito un piso ya, un agujero donde caerme muerto antes de que termine por volverme loco. ¿Sabe algo? ¿Se ha quedado libre algún piso en los últimos días? ¿Es que nadie la palma en su edificio o en cualquier otro, por el amor de Dios?
- No exageres y deja de utilizar el nombre de Dios en vano. Delphine está en la clase de flamenco. Escucha: se ha liberado una habitación de servicio en el último piso. No tiene ducha y tampoco ventanas, solo un ventanuco en la cocina; pero solo piden 250 euros. ¿Te interesa? Pues llama al gerente de mi parte y dile que estás interesado.
- ¿De verdad? Pues claro que me interesa. ¿Pero no hay nadie más esperando delante de mí? ¿Ud. cree que me aceptarán sin nómina? ¿Quién se ha ido?
- Eso no tiene importancia, pero llama rápido. Prepárate para pasarte una semana tirando porquerías, incluido un esqueleto falso de tamaño natural y montones de revistas médicas, limpiando y pintando. Además, tendrás que arreglar la puerta si no quieres helarte vivo este invierno: no ajusta y deja una ranura de casi un dedo. Ah, es el 7º y no hay ascensor. Espero que no te importe.
- No, claro, ¿cómo me va a importar? Muchas gracias: es Ud. un sol de mediodía y me ha dado la alegría del día. La tengo que invitar a lo que quiera. Dígale a Delphine que me llame cuando vuelva, por favor.
(La abrasiva canícula del verano de 2003 se cobró en Francia 11.435 vidas; 57 de estas víctimas no habían sido reclamadas en la capital a fecha de 4 de septiembre).
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