Padre:

Espero que todos en casa estén bien. Un saludo a todos.

Perdona por no haberte escrito en estas últimas semanas. Muchas cosas han cambiado desde mi última anotación.

Yo soy el soldado con mas antigüedad en mi nuevo batallón. Mis antiguas dos compañías fueron exterminadas completamente, solo yo sobrevivo.

En las caras de mis nuevos compañeros veo el terror, tratan de permanecer a mi lado pues tienen la creencia de que una fuerza me protege y al estar a mi lado nada podrá pasarles.

Mas de uno de estos ilusos me ha servido de escudo. En todos estos meses de ardua batalla no he resultado herido.

Padre, soy el hombre que mas vidas ha arrebatado y el que mas vidas ha visto caer a su lado. Esto lejos de enorgullecerme, es una culpa que me persigue a cada momento. Es cierto lo que dicen, entre mas matas, mas fácil se vuelve hacerlo.

Cuando maté al primer enemigo no pude dormir. Su rostro me perseguía en sueños. Imaginaba a su familia y a sus amigos y todas las historias y recuerdos que con un certero disparo al cráneo yo había cesado.

Hoy he matado... ¿treinta? ¿cincuenta? Ya ni siquiera llevo la cuenta. Matar ahora es lo mas natural para mi. Trato de hacerlo con el menor dolor posible.

Los campos de batalla, los gritos y gemidos de moribundo. El olor de la muerte y la pólvora, la sangre arrastrada por la lluvia y el sonido de disparos y explosiones a lo lejos. Ese es ahora mi paisaje.

Sé que no soy inmortal, que cualquier bala, cualquier cuchillo, cualquier explosión y metralla pueden acabar con mi vida.

Sin embargo en este lugar de muerte me siento feliz, me siento cómodo y protegido. A este lugar de muerte pertenezco. La muerte ha hecho un pacto conmigo. Ahora soy su instrumento ejecutor y por un tiempo más estaré protegido.

No se si volveré a verte Padre, solo sé que cada hombre que mate me acercará más y más a mi destino. Hasta siempre Padre, me voy de cacería.


PD: Irónicamente, me preocupo más por ustedes, pues en el fondo se que nada podrá pasarme.