Tengo hambre, frío, tal vez sueño, no, sueño no; la verdad es cansancio. Cansancio de caminar tanto en busca de un poco de amor. Llevo mi vida en eso. Estoy sucio, feo y enfermo, realmente cansado...
Me siento a descansar, bueno realmente mi cuerpo, ya que mi alma es imposible que descanse, por lo menos en este presente. Y observo, como tantos como yo, son tan amados y tan cuidados. Tan felices...
El cielo se oscurece, las nubes negras desahogan su carga, y yo sin refugio, sin techo, sin calor ¿Qué me queda? Nada. Medio protegerme bajo un árbol y ni su compañía ahoga tanta soledad que pesa tanto, que duele tanto, que me mata tanto por dentro...
Recordando bajo la lluvia, mientras que observo que otros como yo ven la lluvia felices desde sus ventanas, más de un ser se ha conmovido y me ha dado un poco de agua y de sobras, que han medio satisfecho mi hambre y mi sed; pero, mi real sed de amor, hay mi sed de amor no ha podido conmover a nadie, ni siquiera aquellos que pasan y me ven con un asomo de bondad, preguntándome ¿Ojos Tristes cómo estás?...
Que extraño ¿Ojos Tristes? Pensé que mi nombre era Callejero, tantas veces me han echado gritándome ¡fuera de aquí Callejero! Pero ¿Ojos Tristes? son pocos los que me han nombrado así. Es más, sólo una chica, una dama hermosa y con ojos tristes como yo, sin embargo no lo suficientes como para ayudarme...
Creo que así es la vida ¿no? O por lo menos la que me tocó vivir a mí, solitaria, fría, cruel, llena de hambre y de sed. ¿Qué me queda? como mi consuelo bajo el árbol, esperar la muerte, que ha pasado tantas veces cerca de mí y aún, no se conmueve de mis ojos tristes... ¿Quizás?... ¿Tal vez?... Pronto... Sí los pueda ver y mi hambre, mi frío, mi sed y mi cansancio desaparezcan por fin, y vaya al cielo de los que como yo, tuvieron la suerte de que los amaran aquí.
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