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Inicio / Cuenteros Locales / Meiquisedec / La frase de la navaja

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Me queda poco tiempo. Pronto me encontrara. Estaba escondido en una cárcel pero me liberaron a mi pesar. Voy a dejar esta nota para que a nadie le pase lo mismo que a mí. Yo siempre creí que la sangre era poderosa pero nunca hasta este punto. Un día hace unos diez años cuando estaba caminando por una calle oscura encontré una navaja que resplandecía cuando la agarre descubrí que estaba bañada en sangre. Me éxito mucho la sangre y empece a pensar en su procedencia. Cada historia era mas sangrienta que la anterior. El punto es que me la lleve a mi casa y la puse en el escritorio de mi pieza. Luego me fui a dormir(a pesar de que estaba oscuro afuera era temprano) y a eso de la media noche me desperté sobresaltado tenia la navaja en la mano.
Yo no controlaba mis propias acciones sino que la navaja comandaba mi cuerpo. Lo único que todavía era mío era la cabeza. Me metí en un callejón oscuro donde parecía que no había nadie. Pero en su interior me sorprendió con horror que no estaba solo, estaba con una pandilla callejera que estaban ocultos en la sombra. Instintivamente mi cabeza quiso que me fuera corriendo pero mi cuerpo no me respondía. La navaja se mostró en lo alto y la pandilla entera tembló, yo con una extrema habilidad que nunca supe de donde la saque atravesé con la navaja puntos vitales de cada uno y en menos de cinco minutos no que daba nadie de pie excepto yo con la navaja ensangrentada. Ahí fue cuando recobre la propiedad de mi cuerpo y salí corriendo me encerré en mi casa y como un obsesivo la lave cerca de cinco veces.
Esa misma mañana tire la navaja por la ventana y me fui a trabajar. Pero por más que intentara pensar en otra cosa lo único que tenia lugar en mi mente era la navaja y la habilidad que había obtenido de ella. Salí temprano con la escusa de que me dolía la cabeza y fui a buscarla. La encontré toda ensangrentada, me fui a mi casa y la lave durante cinco minutos. Me dedique durante dos horas a observarla y note que en la hoja una frase que rezaba lo siguiente: “esta navaja vengara a cualquiera que ose de atacarme y tenga la desgracia de salir vivo”. Al terminar de leer esto me quede petrificado. Pero me dije que era probable que solo se halla utilizado para asustar a los tontos. Supuse que seguramente había pertenecido a un criminal y para asustar a sus compañeros le escribió eso. Y entonces un escalofrío recorrió mi nuca. Ayer había matado a una pandilla y ésta se había asustado al ver la navaja. ¿Que estaba pasando con esa navaja?- me pregunte- por las dudas la tire de nuevo por la ventana con la ilusión de liberarme de ella. A la noche, antes de dormirme me ate una soga a las manos y me las puse en la cama. Fue algo estúpido pero por las dudas... a media noche me desperté tenia la navaja en la mano y las sogas estaban cortadas.
Entré en pánico pero de nada sirvió. Mi cuerpo ya no era mío era de la navaja. Esta vez fuimos a una casa grande me metí por el balcón y encontré a un abogado o juez según me pareció por su vestimenta. No duro más de tres minutos antes que la navaja hiciera lo mismo que con la pandilla. Se mostró en lo alto como para disfrutar la cara de horror del tipo y luego con mi cuerpo lo acribillo. Luego otra vez mi cuerpo volvió a mi control e hice lo que me pareció que me convenía. Salí con mucha dificultad de la casa agarre el auto del tipo este y conduje hasta un río. Luego tire la navaja por el borde. Luego me fui a una comisaria y confesé que había matado a la pandilla y al tipo este pero me trataron de loco ya que ninguna pandilla había sido asesinada últimamente. Entonces maté al policía que me hablaba y me condenaron a diez años de prisión. Y en una de las interminables noches apareció escrita en mi pared una frase que me helo el alma “si queres (que es lo más probable) que matemos también a tus captores ya lo haremos pero primero cumplamos con la última voluntad de mi antiguo dueño ” y estaba la navaja en mi mano esa mañana. Así es que ahora salí de prisión y la navaja viene por mí. Dios libre a los pobres infelices que hayan echo daño al maldito demonio que hizo vivir a una navaja.

Texto agregado el 21-05-2005, y leído por 143 visitantes. (1 voto)


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