Realmente estoy muy nervioso. La temeridad que adquirí por la inexperiencia se me esta yendo paulatinamente. Estos momentos son los que pienso en lo poco inteligente que fui en ese momento(todas las frases que debería haber usado, como tendría que haber actuado, todo se me ocurre ahora no cuando debería haberme ocurrido). Pero ya no puedo achicarme(sí metí la pata la voy a meter hasta el fondo). Sin embargo por más valor en que trate de imbuirme igual estoy temblando en mi interior y mi mente me ayuda recordando todos los momentos en los que me porte como un real idiota. Todas las veces que mostré mi idiotez por tratar de impresionarla. Todas las ocasiones que le hable solo por escuchar su voz (aunque solo me dijera que la estaba molestando). Sin embargo, cada vez que me acuerdo de sus ojos el piso empieza a temblar a mí alrededor. Y sin embargo mi mayor temor no reside en su respuesta negativa a la pregunta que tenia para hacerle. Puesto que un “no” solo me deprimirá un tiempo, después le echare la culpa de todas mis desgracias, pero al ultimo la olvidare. No. Ese no es mi principal temor. El verdadero temor es si su respuesta es un simple y descarado “sí”. Porque entonces qué será de mí cuando se entere que yo no sé como comportarme frente a ella. Qué le tengo que decir, cómo tengo que hablarle(pensar que soy tan chico y tengo tantas incertidumbres me asusta). No, malditos los demonios que hicieron el tiempo. Tengo que apurarme porque ya estoy llegando tarde. Prefiero ver a un dragón enfurecido a verla esperándome(por lo menos el dragón es ficticio). Coraje no puedo caer más bajo. Dios me guarde en su gloria de este dilema que de cualquier forma va a terminar mal. Estoy llegando(según mi reloj faltan solo cinco minutos y espero que no este atrasado)por suerte no la veo(una a mi favor). Estoy sentado (así no me tiemblan tanto las piernas, o por lo menos no queda tan obvio). La veo venir con un aire decidido que no augura buena suerte. En este momento me gustaría que me tragara la tierra. Total mal no voy a quedar ya que voy a faltar a la cita por causas mayores. Pero la tierra prefiere seguir con sus malditas leyes naturales y no me quiere tragar. Se está acercando demasiado; ya no puedo huir. Busco en los recodos más oscuros de mi mente todo el discurso que cuidadosamente había preparado para la ocasión. Pero lo único que alcanzo a decir es un triste y patético “te quiero mucho”. Apenas sale de mi boca la última sílaba me levanto con la intención de irme. Su respuesta (si antes había duda) es seguramente un: “Ojalá sintiera lo mismo por vos aunque los dos sabemos que no es así”. Pese a mis estúpidos pensamientos ella me agarra del brazo apenas me levanto y me susurra al oído un “yo también te quiero mucho pero no hay porque avergonzarse de eso es un lindo sentimiento” entonces mi inconsciente me jugo la peor jugada, pensando que capas me había malentendido le digo con toda la vergüenza que un hombre es capas de cargar sobre sus hombros: “Me temo que no me hayas comprendido porque las palabras salieron de mi boca sin mi autorización lo que yo quería decirte es que te quiero pero no como vos pensas te quiero como una persona con la cual compartir muchos momentos lindos y feos, en definitiva quisiera que seamos más que simples o complejos amigos”. El terror se apodero de mi cuerpo y no sé que hacer ya que mi mente empieza a analizar cada palabra que dije. Y me doy cuenta de las estupideces que se me pasaron por la cabeza en ese momento. Pero ella con infinita paciencia me pone un dedo en la boca justo en el momento que iba a empezar con mi discurso de disculpa y me dice que las palabras es lo de menos en la relación que yo le había propuesto y que me dejara llevar por una vez por los sentidos e instintos y no por la razón que todo lo deforma.