Y llegaste otra vez,
con tu aroma y tu risa
victorioso sobre mi...
y te dejé ir...
le solté la mano
al recuerdo de tus besos
y me dejé caer
de una vez...


Y llegué a ahogar mi pena
a otra cama,
no la mía,
sin mi almohada
que ha cobijado
todos mis sueños contigo.
De todos modos me encontraste
y me visitaste de noche
mientras dormía
y me dijiste en sueños
el último adios
cubriéndome los labios
con un beso de labios tibios...


Y morirá el amor
de la mano de tus manos.
Porque esta noche
morirá el deseo
quemado por el frío
de esos ajenos labios
y un último temblor apagado
por el eco de tus pasos.


Aunque me sienta vacía, ahora,
mataré de una vez
tu recuerdo,
me reconstruiré,
borraré de mi boca tu nombre
de mi cuerpo tus huellas
y borraré mis lagrimas con sabor a ti.



La última vez,
el último beso,
el último adios...

Ya no fue
ya no lo quiero,
sólo la última pena...
ésta que me hace agua el pecho
y nada más
nunca más...
nunca más.